100 hombres para Lily Phillips

"Es el caso de Lily Phillips, una joven inglesa de 23 años que lanzó un reto en OnlyFans que ha dejado a muchos helados: el de acostarse con 100 hombres en un día. Un reto que, además, iba a retransmitir a través de su perfil". (estos extractos salen de Mundo Deportivo, Dallas News y otras fuentes similares).  

La historia de Lily Phillips, 2024, es la historia de una mujer traicionada por su equipo de trabajo, por sus amigos y por sus propios padres. Durante los últimos días se ha hablado mucho del tema, pero siento que la mayoría de comentaristas no tienen ni idea de lo que realmente ha pasado tras bastidores. Por eso, hoy traigo una explicación sencilla y realista sobre el comportamiento tanto de Lily como de los hombres participantes. 

1. ¿Por qué está mal?

Muchas personas se han apresurado a calificar el acto de indigno o de inmoral. Sin embargo, utilizan una opinión y no un hecho para justificar su perspectiva. Quiero decir, la mayoría han utilizado frases como «se ha dejado disponer de 100 hombres degenerados», «se ha dejado abusar por 100 hombres», etcétera. En ningún caso se menciona un daño material real, exceptuando los «ha puesto en riesgo su capacidad de contraer matrimonio tras ser penetrada por 100 hombres», que sí es un daño material real si se quiere ver así, porque supone un menor flujo de recursos hacia la hembra, pero no es un daño directo y no en todos los casos supone un problema. 

Este paradigma solo demuestra una cosa: somos simios. Porque el problema no es que per se sea malo el acostarse con 100 varones: no hay nada malo per se. Si hemos de justificar esto, «dejarse disponer» solo refleja la mentalidad arcaica de los atacantes, porque estas palabras sugieren que la hembra puede percibir un castigo que el varón no. Este castigo — y la razón de que se penalice socialmente a la hembra promiscua y no tanto al varón promiscuo — es un embarazo ineludible → basta la similitud entre embarazo y embarazoso para cuestionarse la etimología de estas palabras: pues, para sorpresa de nadie, la denominación a este estado tiene su origen en las palabras «estorbo», «obstáculo» y «enfermedad» en muchas culturas. 

A continuación dejo unos extractos obtenidos en SciELO sobre la cuestión: 

"En castellano según Joan Coromines, la etimología de la palabra “embarazo” y “embarazada” proviene de “embarazar” que significa ‘impedir, estorbar’ . A su vez, esta palabra se documenta primero en leonés o portugués “embaraçar”, derivado de ‘lazo, cordel, cordón’. ¿Tendrá que ver más con el cordón umbilical que con el sentido de “impedida”?", teniendo en cuenta que embarazar y embarazoso tienen ambas connotaciones negativas, no veo motivo para pensar que la construcción de embarazo no la tuviera. 

"En la República africana de Malaui encontramos otro curioso origen. El embarazo, visto como algo que puede dar la vida, pero también traer la muerte. La palabra tiene la connotación de ‘enfermedad’. En chichewa, el idioma de Malaui, existen tres palabras que designan “embarazo”: “pakati”, “matenda” y “wodwala”. Pues bien, las tres llevan implícita la idea de enfermedad. El significado literal de “paraki” es “entre la vida y la muerte”. Por su parte, “wodwala” se refiere a alguien que está enfermo".

"Las palabras para designar la idea de embarazada en las lenguas eslavas comparten la misma raíz etimológica de ‘carga’ . Así lo vemos en el caso del ruso, donde la palabra más común, usada para designar “embarazada” es “beremenaya”. Esta palabra significa “embarazada” en un sentido figurado: el significado literal de esta palabra es muy distinto, asociado a un significado casi religioso de ‘carga’ o ‘castigo’. Lo cual recuerda a la maldición bíblica de “parirás con dolor”".

En sí, lo que están diciendo, con sus escasos conocimientos de causa, es que Lily está dejándose embarazar de alguno de esos hombres y que, por lo tanto, las perspectivas de supervivencia de los dos — madre e hijo — son más bien bajas. 

¿Lily Phillips quedará embarazada después de estar con estos 100 hombres? Las probabilidades son extremadamente bajas. ¿Entonces? ¿Cuál «disponer»? La vulnerabilidad sexual de la mujer termina con las medidas anticonceptivas, lo demás es resquicio.

Terminado ese aspecto de la moralidad sexual anciana... pasamos a lo escabroso. Veréis, en un mundo sin riesgos sanitarios, esta juerga no sería más que una anécdota. No obstante, vivimos rodeados de enfermedades y este tipo de orgías no son sino un problema para la salud pública. 

"En él, se muestra todo el proceso. Cómo Phillips y su equipo alquilaron un apartamento turístico en Londres, cómo lanzaron la convocatoria -los participantes debían someterse a un test de detección de Enfermedades de Transmisión Sexual (ETS)-, e incluye entrevistas no sólo con la protagonista, sino con miembros del staff y también con hombres que viajaron incluso de otros países". 

Se usó preservativo, en principio, y aún así consideraron necesaria la detección de ETS en los participantes. Esto es indicativo de que son conscientes de que hay riesgos en todos los actos sexuales, especialmente con completos desconocidos. Además, la constante fricción e irritación de las paredes y mucosas de la vagina puede crear lesiones en el interior de la mujer. En una entrevista, Lily asegura: 

— No se puede confiar plenamente en estas pruebas médicas, porque el hombre podría estar con alguien más en el lapso entre la prueba y el reto y no habría manera de saber nada. 

Entonces, reconocen reiteradamente que hay un riesgo sanitario real, pero quienes comentan se obcecan en que «han dispuesto de ella».

Creo que queda claro que no estoy a favor de este tipo de prácticas, porque hacen parecer que todo es jauja y que no hay consecuencias para los actos. El problema de tachar esto como inmoral y no darle un argumento sólido a la gente, es que los perpetradores se justificarán diciendo que es una opinión subjetiva. Y lo es, en el siglo XXI no hay diferencia sexual entre el macho y la hembra cuando estos no ejercen la reproducción en sí. Por esto, hay que buscar otro tipo de vías unisex para combatir la promiscuidad exacerbada y evitarnos disgustos directos. 

Atributos físicos, valor social y dignidad humana

— No comprendo, filósofo, tu ahínco por entender las motivaciones ajenas. Mira, mi amigo simplemente tiene un gusto, como quien prefiere el queso al chorizo. 

— Por supuesto. ¿Quién no añora la comida de la tierra madre? Puesto que brinda nostalgia y está perfectamente amoldada a nuestro paladar desde niños. Qué hermosa la costumbre. ¿Pero qué hay del restaurante lujoso? Todas las decisiones que tomamos tienen una explicación: hay quien disfruta de un buen restaurante por la música que ofrece, por su materia prima y luego están aquellos que simplemente quieren fotografiarse ahí dentro por imagen. 

El origen es más importante que a dónde apunta la predilección. 

Ayer me reí releyendo este comentario de un lector: «Un preciso ataque al gen hoyuelo, tan recesivo en nuestra sociedad, solo un 20% de ésta lo posee». Me importa bien poco el margen de error del porcentaje: puesto que a mi alrededor no veo un solo hoyuelo, lo valido. Yo contesté: «Las cosas inútiles no tienen razón para existir». 

¿Por qué existen los collares de diamantes? ¿Por qué existen las cucharas? Claramente, el valor de mercado de un collar de diamantes es superior al de la cuchara. Esto os sonará bien al diálogo Sobre la belleza de Platón, donde también se usan las cucharas y los materiales de los que pueden estar hechas para tratar el tema de qué es lo bello. En este caso, discutimos lo mismo: ¿qué es lo valioso

El atractivo físico tiene un valor y la persona adquiere un valor proporcional a la belleza que carga. Claro, estoy anulando el resto de atributos para centrarme en el objeto de la cuestión. 

Como vimos anteriormente en una recopilación de datos curiosos, el «gen hoyuelo¹» obtiene su valor de una ilusión: «los hoyuelos en las mejillas → son atractivos porque imitan el sombreado producto del volumen en la zona de los pómulos», agregan definición y profundidad. De alguna manera, «tonifican» el rostro del portador. Pero cualquier persona que le de una única vuelta debería ser capaz de ver que no posee un valor instrumental.

  1. Tienen un valor objetivo todas aquellas características que lejos del ojo comunitario tienen un impacto en la perspectiva de supervivencia del individuo. Por ejemplo: la velocidad, el tono muscular, el equilibrio hormonal y la juventud. 
  2. Tienen un valor subjetivo todas aquellas características que, de no haber un observador, no añaden valor o benefician al portador.

Por lo tanto, aquello que tiene un valor objetivo tiene un valor instrumental absoluto (independiente, material, autónomo) y aquello que tiene un valor subjetivo tiene un valor instrumental social (vinculado al mercado, a la opinión social). Por mucho que el valor instrumental social pueda traducirse en valor instrumental absoluto, no lo llega a ser por esa necesidad de que la comunidad te lo brinde. 

Una gacela no se dejará comer por tus hoyuelos, pero sí podrás comértela si tienes dos piernas y un corazón resistentes. 

Tras dejar de sonreír por el ocurrente comentario, rápidamente diferencié tres tipos de personas y no pude sino angustiarme. 

  1. El portador.
  2. El adorador. 
  3. El maquinador. 

En el caso del «gen hoyuelo», la primera persona sacaría el máximo partido a su característica en círculos sociales. No lo admitiría jamás, pero estaría muy orgulloso: «¡Miren, miren mi gen hoyuelo!», así como hacemos todos, lo digamos o no, con una característica que en el mercado se considera positiva. Esta persona sería plenamente consciente de lo que obtiene gracias al «gen hoyuelo» y tendrá una ligera idea de porqué lo obtiene: pocos lo tienen, resalta su rostro y en última instancia, su persona. Así mismo, es la persona que le da menos importancia en un sentido adorador: no le importa el hoyuelo per se, convive con él y no altera su vida más allá del beneficio social (en presencia del mercado, cuando se aprestará a destacarlo). 

En defensa del biólogo Richard Dawkins

Esquema: 

Introducción.

  1. Los imperativos morales: Los imperativos morales: ¿cómo podemos manejar la sociedad admitiendo la inexistencia de una moral objetiva? 
  2. La relación entre ciencia y política: ¿cómo puede permitir R. Dawkins que se utilicen sus teorías para justificar medidas radicales? 
  3. Teístas vs. antiteístas: ¿realmente no hay buenos argumentos a favor de la existencia de Dios? 
Nota: veo que la principal confusión respecto a la obra de El gen egoísta comienza con el propio título. ¿El «egoísmo» como base de la naturaleza humana, entonces? ¿Cómo rasgo perverso e inevitable? Esto solo lo puede pensar quien no ha leído el libro completo. Richard D. aclara hasta desgañitarse que no hay tal cosa como un «gen egoísta». Para empezar, un «gen» no tiene ni siquiera cerebro. Y cuando habla de que hay un gen para una cosa y para otra, no es más que una simplificación de los drivers de conducta. Un «gen» puede ser tan egoísta como una «roca» que obstruye el paso. Te obstruye el paso pero la roca no quiere molestar, uno la ve «molesta». Podéis tomarlo como un chiste, al final el libro solo explica los resultados de las EEE y el éxito de dispersión de genes a partir de ellas.

Introducción [no requerida] 

¿Quiénes afrentan las teorías contenidas en el gen egoísta? Pululan en las páginas de divulgación filosófica porque les llama la atención las frases estrambóticas de sus autores de moda, pero no se preocupan por la ciencia de la filosofía, solo por su parte estética. Es decir, son fans de Kafka, pero no han leído un libro de materia pura en su vida, solamente críticas ciegas y pasionales. 

Pongamos, por ejemplo, ¿qué extrae uno de la lectura de La metamorfosis? El libro favorito de esta clase de perfil. Pues nada, no extrae nada, solo evoca compasión hacia un hombre ridículo que pierde su trabajo y que siente que nadie lo aprecia ya porque ha perdido el único medio por el que se hacia valer. ¿Qué conocimientos extraes de una obra así para convertirte en una persona más competente? Ninguno. 

Sin embargo, sucede que estos brotes pasionales que tanto se abrazan luego repercuten en el repertorio argumental. Por inacción (no obtención de argumentos) y por acción o emponzoñamiento (rechazo de los argumentos sin proveer otros argumentos). Luego uno pasa de lo kafkiano, que es exclusivamente pasional, a lo racional y cuando le dicen cosas que no le producen sentimientos de compasión, sino que se «justifica» la existencia del origen de estas tragedias que tanto nos corroen, entonces sucede el rechazo de lo lógico. 
Es lo que sucedería tras leer cualquier cuento de autosuperación con final feliz para proceder a un debate sobre la sensible cuestión de la adaptación de enfermos mentales en la sociedad. Claro, imaginamos a ese pobre niño enfermo como el héroe de un cuento, pero, realmente: ni hay héroes, ni estamos en un cuento. 

Llegó a mi puerta un hombre de estos, escuchimizado en cuerpo y alma. Le dije que, si tenía algo que decirme, yo estaba muy ocupado, que me remitía a mis escritos previos. Aflojé mi corbata roja de seda y cuando fui a cerrar la puerta, su pie me lo impidió:

— ¿Entonces no crees en la moral objetiva? — su rostro se asomó, sombrío. 
Honestamente no sabía si reír o llorar. Parece mentira que tenga mi obra completa hasta la fecha colgada en Internet y que aun así me lleguen mensajes sobre la objetividad de la moral. 

— No, caballero, no — suspiré, rendido —. Pero venga, no se me cohíba — lo alenté, sardónico y le permití la entrada. 

1. [Diálogo] Los imperativos morales.

Un hombre: Has hablado de El gen egoísta.

Filósofo: Lo menciono en casi todas mis entradas. Es una muy buena base y referencia para los lectores. Importando ese módulo me quitaría de estas explicaciones cíclicas… o no.

Un hombre: ¿No crees que se contradice cuando en su libro más emblemático The God’s Delusion critica vehementemente a la religión como causante de guerras, opresiones, etcétera? Pero en El gen egoísta afirma que solo somos máquinas que replican el ADN, por lo que no existe el valor, la justicia, lo bueno, lo correcto…  

Filósofo: Ya… ¿qué tiene que ver su crítica a la religión con esto? Si es por su tajante actitud, estás ignorando el hecho de que en el primer capítulo ya te comenta las diversas teorías alrededor de la evolución. Él trabaja sobre esta teoría porque es la que mejor encaja actualmente en el marco, pero no afirma que todo lo que venga de ésta sea una verdad inamovible. Es la diferencia entre conocimiento y fe: que el conocimiento baraja múltiples posibilidades sin problema y ofrece argumentos para negar algunas de ellas, estando en perpetua revisión. No puedes tener otro punto de queja, por lo que imagino… que esta es tu principal frustración: que este científico trabaje en una línea y no en múltiples líneas contradictorias.

Un hombre: Está evidentemente relacionado [la crítica a la religión y su presuntuosidad], aunque superficialmente no lo parezca. Porque de afirmaciones de PRIMER ORDEN (nuestros probablemente determinan nuestro comportamiento) se aventura a hacer afirmaciones de SEGUNDO ORDEN (no existe moral, justicia, etcétera).

Filósofo: Primero, el usar probablemente es una vulgaridad. Es como decir que probablemente nuestros músculos permiten el movimiento, probablemente las reacciones químicas en nosotros producen estados de ánimo…

El uso de probablemente responde a no comprender el primer concepto básico del temario: qué son los genes. Los genes son la información que usan las células para construir. Decir que probablemente los planos arquitectónicos, o mejor aún, para que sea un caso idéntico, que la ejecución de la obra probablemente produce el resultado final de ésta, es una locura.

Da igual que forma le des a los «genes» porque el concepto no cambia y su significado es inamovible: «información que guía la construcción del organismo» y da igual si es como lo estudiamos hoy o no (tirabuzón de ADN), porque la base del concepto, que es su relación con el mundo, es invariable.

Sobre la Justicia y el Bien, son conceptos relativos a quien los emplea. Richard habla de cómo las Estrategias Evolutivamente Estables moldean estos acuerdos, favoreciendo la subsistencia de la mayoría. De otra manera, otra estrategia sería la EEE hegemónica en x acervo. Estos acuerdos varían según el ambiente y las mutaciones genéticas y no satisfacen a la premisa de «la mejor actuación posible», sino a la de «la actuación posible», porque mejor es un juicio personal y posible es que está físicamente permitido tanto por el ambiente como por el ADN de los participantes. Remanentes, eso mismo: eso somos.

Un hombre: Afirmas que la noción de Justicia y de Bien pueden variar según las preferencias personales de cada uno…

Bajo esa mirada de tesis naturalista, ¿aceptas que no existen, pues, por ejemplo, deberes y obligaciones morales objetivas?

Filósofo: Es así. Sin embargo, esto no quiere decir que nos podamos dar a la discordia, porque:

1) Nuestro cerebro está condicionado: cada individuo tiene una psicología particular que usualmente coincide con los demás en grado de empatía, egoísmo, etcétera. La mayoría preferiría no tener que mentir en exceso o agredir a alguien. Esto tiene una razón lógica: demostrar que no eres de fiar te pone en jaque. Es importante que cada individuo, por su propio bien, obre según sus límites para no vivir con rencores y remordimientos [recomendación altruista].

2) Las leyes previenen que otros nos ataquen: si nos damos a la aventura, perderemos más de lo que ganaremos. Vivir con reglas claras y ordenadas no solo nos permite a nivel particular vivir con menos estrés, sino que previene que otros nos sometan a engaños, privaciones y maltratos.

Una visión utilitarista, que no moral, es mucho más eficiente y digna… y científica.

Estos conceptos de valoración son circunstanciales. Un individuo podría decir que no es justo no poder acostarse con la mujer que desea; sin embargo, ¿sería justo para ella que un hombre la someta si ella no lo quiere?

Es más, vayamos a lo más básico, ¿puedes definir estos conceptos siquiera? Siempre has de establecer un punto de partida, cosa que no pasa con conceptos absolutos como «mesa», «rubio», «medicina», «sonrisa».

No existen los deberes y obligaciones morales, pero sí la necesidad. Se vio más en la prístina obra de Jacques Monod.

Un hombre: Y dime, maestro… debajo de esas galas, ¿usted tiene pecho de hombre o de mujer? Disculpe, ya sé que usted es un ángel, usted tiene ambos. Procedo…

Esa afirmación tuya descansa en una cosmovisión convencionalista, que reza: «si la mayoría aprueban X, luego X es verdadero». Pero creo que la lógica no casa con ello. No solo puede ser lógica, sino también epistémicamente posible una realidad donde se naturalice la persecución, el racismo, la discriminación, tortura…

Filósofo: Todo tiene un motivo, por sinuoso o estrictamente probabilístico [dícese de algo que ha sido materializado de entre otras posibilidades físicamente legales]. No hay nada de no natural en la discriminación o el racismo. Otra cosa es que siempre tenga más efectos positivos que negativos. En ningún momento he dicho que si la mayoría promueven X, X sea lo mejor. De hecho, solo estoy explicando imparcialmente los eventos. No siempre es lo más óptimo, no, y esto según la métrica; es decir, tus objetivos. Sin duda, si tu objetivo es esclavizar negros, lo mejor será que la sociedad te apoye en ello; pero, si tu objetivo es que nadie los esclavice, entonces será más óptimo de promulgues con que no son inferiores.

Conocer las bases de nuestra conducta nos permite discernir entre lo que nos impone Dios y la cultura y lo que realmente nos beneficia. Sobre todo a nivel particular o familiar, dado que lo que beneficia a uno daña al resto. La vida es intercambio de valores en bolsa.

Recopilación de datos curiosos

Aquí dejo una lista de observaciones que he tenido presentes a lo largo de los últimos días. Son cosas evidentes, pero a alguno, por desgracia, le sorprenderán:

1. La mayoría de rasgos extra-atractivos en las personas, no tienen un valor real. 

Estos rasgos consisten en producir ilusiones en el resto de características, dando la apariencia de que los rasgos que sí tienen valor, han sido mejorados. Cuando alguien alaba este tipo de rasgos inocuos ya sé que no tienen ojos sino instintos. Estos son algunos ejemplos:

  • Los hoyuelos en las mejillas → son atractivos porque imitan el sombreado producto del volumen en la zona de los pómulos. Si buscas en Google acerca del por qué de su atractivo, te dirán que «acentúan la sonrisa y en algunas culturas es símbolo de buena suerte». Por supuesto, un rasgo que enfatiza positivamente otros rasgos, no es que sea símbolo de tal, sino que es tal. Sin embargo, solo un ignorante dejaría caer una tierna risilla al toparse con unos huecos que tan solo dan la apariencia de un mayor volumen.
  • Una cintura muy estrecha en la mujer → se valora muy positivamente porque contrasta favorablemente con el tamaño del pecho y de la cadera, potenciando su diámetro. Sin embargo, una cintura extraordinariamente estrecha, no aporta un beneficio neto a la persona. 
  • Unas caderas redondas en la mujer → dan la apariencia de que la cadera es más ancha; en comparación con una hembra que tenga el mismo tamaño pélvico pero una forma menos redondeada, ganará porque el punto de máxima anchura tiene una curva sin interrupciones. 
  • El vello facial frondoso en hombres → dependiendo de la cultura, se valora por su correlación con la madurez y la testosterona; pero esto acierta siempre, por lo que debería considerarse suposición falible.
Se vio más en "Sobre la piel blanca". 

2. Que el proyecto abierto sea más seguro no significa que la gente sea altruista. 

Deja de calentarte el corazón con los esfuerzos comunitarios por la iniciativa de colaboración. Seguro que te conmueven las abejas. 

A las personas les encanta el provecho. El reconocimiento es una manera «limpia» de adquirir provecho. Si se descubriera una vulnerabilidad y no se comunicase, solo quedaría obtener beneficio mediante la exploración de dicha flaqueza. Como esto podría acarrear consecuencias negativas más pronto que tarde, las personas tienden a señalarlas cuanto antes, adjuntando soluciones. 

3. Las personas que tienen hijos presentan estas dos posiciones filosóficas: 

  • «Todo tiempo pasado fue mejor».

Es habitual escuchar a este tipo de personalidad que «cada vez la gente tiene menos empatía», «en estos tiempos se han perdido buenos valores». Mi favorito es: «el Amor se ha perdido», como si en el siglo pasado todos los conyugues fueren fieles. Esto se dice muy a menudo, irónica y no irónicamente. Y no es problema cuando es humor, pero hay personas que realmente lo piensan. Esto nos dice que no solo no tienen idea de historia, de biología, de economía, de política y de, en definitiva, el mundo que los rodea; sino que además no tienen ninguna intención de obtenerla. 

Pensar que en algún momento las cosas fueron mejores es necesario cuando piensas en que el futuro puede ser mejor, porque si no tienes ninguna prueba de ello, habiendo siglos y siglos detrás nuestro, sería una locura. ¿No? Sus cerebros se programaron para convencerse de que sus acciones persiguen un ideal tangible y no meramente platónico.

Da igual si son progresistas o tradicionales, creen que su mundo perfecto se disolvió por culpa de los hombres (por tanto es controlable) y no que jamás existió por razones físicas. 

  • «La crueldad no es humana». 

Otra típica situación es cuando en el reportaje televisivo del asesino o violador del momento, uno dice: «algunos no son humanos». Este tipo de postura es indispensable para imaginar que tu descendencia no poseería jamás rasgos tan hostiles o psicopáticos. Es decir: deja en claro que tú, siendo humano, jamás podrías dar a luz a alguien que dañe de esa forma a nadie, que en tus genes es imposible que se acoja la maldad. Porque de no pensar de esta manera, tendríamos que admitir que eres un potencial generador de criminales. Y, entonces, ¿por qué arriesgarías al mundo? Y a ti mismo. 

En algún momento hablé con un padre de dos hijos varones y una fémina. Cuando empezaron los chicos a rozar la madurez sexual, los comenzaron a bombardear con precauciones sobre la pornografía. A mí esto me parece absurdo. No hay manera de que una persona no cruel, en lo sexual, disfrute con escenas sádicas. No le tiene que desbordar de dolor, pero tampoco debería mejorar la erección; a no ser que esta hostilidad sea innata en él, que es totalmente natural. 

Culpar a este material de las violaciones es como culpar a los traficantes de la drogadicción, teniendo en cuenta que muchos cerebros se habitúan y enganchan a placeres rápidos y sencillos, que generalmente vienen acompañados de amigos y carne.

Esta lógica resulta en la convicción de que las cosas están bajo control (la crueldad no es propia del hombre, especialmente si acarrea abuso sexual y derramamiento de sangre, aunque veneramos a los romanos y sus barbaries) y que, por lo tanto, el impacto de la descendencia depende exclusivamente de una crianza impoluta... y más aún: que no tiene la maldad ninguna razón de ser en el mundo. ¿Cómo de ingenuo has de ser? Se vio más en "Así es como prohibir el aborto promueve las violaciones".

Posible receso en la alfabetización

Predico que «mientras nos entendamos, todo bien» para limar asperezas. Así mismo soy la persona que os explicará la belleza y necesidad de hablar con rectitud. 

Por supuesto, antes de adentrarnos en por qué es importante, tenemos que saber qué es hablar bien. Y no, no me refiero a saber que se trata de no cometer faltas ortográficas y de acatar todo lo que la de lengua dice, no... ¿alguien tiene una definición más precisa que acote la relevancia social y moral de hablar correctamente? 

Yo propongo una... «hablar correctamente» es: «uso reiterado de una herramienta según unas reglas establecidas que preservan la coherencia y fomentan la comprensión universal y objetiva de una serie de materias y objetos tratables». Esto quiere decir que, aunque, sí, yo podría entenderte aunque no hables perfectamente [hemos de tener en cuenta, además, la comunicación no verbal y el contexto], el punto es que seas capaz de ceñirte a unas normas que se siguen de una lógica consistente. Se reaplica esa lógica una y otra vez en cada oración y en cada contexto. Cuanto más intríngulis tiene el objeto tratado, más complicado es que dos personas que se niegan a establecer normas se entiendan. 

Una persona que es incapaz de adaptarse a unas reglas tan simples como las lingüísticas no puede esperar después una buena comprensión de los textos; a su vez, es la persona que será incapaz de transmitir sus ideas, porque no está siguiendo los parámetros consensuados. Mas esto que digo es optimista (rayano en lo iluso), puesto que una persona torpe en lo que es el seguimiento de una disciplina lingüística es casi seguro que tampoco es hábil ordenando sus pensamientos... y quien no es hábil tampoco tiene interés, puesto que la habilidad lleva al interés y éste lleva a la habilidad. Practicad rigor y coherencia y no os faltará nada, pues la ambrosía es superior al alimento [digo, con el buche lleno]. 

Se comenta que desde hace un par de décadas, se ha dado un sustancial declive de la comprensión lectora y de la capacidad redactora. Bueno, mi abuela no sabe leer y mis padres no son los más ilustrados... ellos no son los referentes generacionales clave, pero tampoco conozco a ningún adulto que responda a estas exigencias que les colocan retroactiva y continuamente. Con todo, hago inciso en lo vital de la cuestión literaria. 

La palabra es lo que nos distingue del resto de criaturas. Es la complejidad y precisión de la lengua humana nuestro más valioso tesoro evolutivo. ¿Por qué lo descuidaríamos? La comprensión del mundo nos hace libres, incorruptibles y, perdónenme por la pizca de sensibilidad: competentes en el Amor y en la Amistad. 

Aquellos que reniegan del leer y el escribir están condenados a la acción externa. No entiendo por qué se delegaría en segundos y terceros el núcleo de toda formación: pues te permite adentrarte en cualquier terreno sin que éste te coma. Puedes dominar cualquier materia gracias a las guías del lenguaje. Gracias a él, puedes conocer. Y cuánto más conozcas, más relaciones forjas entre conceptos y, a más familiar con los conceptos, mejor te manejas en nuevos aprendizajes que aparentemente te son inhóspitos. 

Recuerdo que mis actividades preferidas en las etapas académicas tempranas eran las redacciones y los resúmenes:

— Para el próximo día, habréis de tener resumida la mitad del tema — eran los deberes predilectos de una de las mejores profesoras de biología que he tenido. 

Había alumnos que bufaban, que osaban decir que el resumen era una terrible táctica. No sé cómo se piensan que se accede al conocimiento, pero hasta donde yo sé tienes que leer párrafos, libros, bibliotecas para adquirirlo. La mayoría de nosotros no tiene un «cerebro-esponja», así que más te vale quedarte con lo bueno. Las cosas que sé no me las ha explicado un ingenioso profesor Finlandés. Es más, prefiero la concentración exclusiva que se genera durante la lectura profunda, empuñando un lápiz recién afilado.

Por desgracia, la estrategia del resumen hoy en día sí es inútil, puesto que los bots resumen por los alumnos. Espero que esto no se lo tomen como algo natural de la evolución tecnológica. Estamos hablando de un pecado capital humano: el de la vagancia. Pero es que tampoco le podemos pedir mucho al simio. 

«The burden of learning», he estado leyendo en un post sobre enseñar a palomas. Dice: «Si un animal no está aprendiendo, es porque el ambiente es inadecuado o las tareas no son lo suficientemente incrementales, o porque el profesor no entiende las motivaciones del animal. De cualquier manera, la responsabilidad principal de garantizar que los estudiantes aprendan recae en el maestro». 

Sobre la decepcionante ética de las IA

«La inteligencia artificial representa un conjunto de ciencias [...] que pretende imitar las capacidades cognitivas del ser humano. Este conjunto de teorías y técnicas se basa en la suposición de que todas las funciones cognitivas [...] pueden describirse con una precisión tal que sería posible programar un ordenador para reproducirlas», así comienza el primer capítulo sobre La ética de la inteligencia artificial de Sara Degli-Esposti. Dicho sea de paso, espero que en próximas ediciones modifique esa portada de erotismo futurista, porque ha coartado por días mi aura intelectual en el metro de Barcelona. 

Antes de continuar... el siguiente texto no aporta valor alguno. Ni suma eficiencia, ni propone vías inteligentes, ni nada por el estilo. Es solo una postura simplona y realista ante los perpetuos problemas de la civilización. Los errores de lo rudimentario se reflejarán en la actuación de las más elevadas tecnologías: de Dios nada escapa. 

Degli-Esposti nos plantea el infame «¿Piensan las máquinas?». Habla de Leonardo Torres, que en Ensayos sobre Automática, dice del primer modelo de autómata: «ejecuta una por una las operaciones indicadas en la fórmula que se trata de calcular; procediendo en todo momento como un ser inteligente que sigue ciertas reglas; sobre todo en el momento en que hay que escoger un camino en cada caso particular».

Antes de plantearse siquiera si las máquinas piensan o no, deberíamos primero acordar la definición de pensar. ¿En qué consiste, realmente, pensar? Pensar es algo qué hacemos a diario así que, ¿cuál es la dificultad? 

La RAE ofrece: 

  1. Formar o combinar ideas o juicios en la mente. 
  2. Examinar mentalmente algo con atención para formar un juicio.
  3. Opinar algo acerca de una persona o cosa.
  4. Tener intención de algo. 

Vaya, parece que pensar, que no es más que un acto incluido en la experiencia consciente, que de por sí hemos definido hasta la saciedad como nada más y nada menos que «procesar los datos del exterior y el interior para la elaboración de respuestas acordes» y por lo tanto sinónimo de mero proceso de información, , puede ser ejercido por una máquina. De hecho, la máquina se ha hecho para procesar. La diferencia fundamental entre el procesador (pensamiento) humano y la máquina es el siguiente factor: el humano da la casualidad que procesa y la máquina se ha hecho con ese propósito.

Nos cita también de Giant Brains: Or Machines That Think: «Recientemente ha habido muchas noticias sobre extrañas máquinas gigantes que pueden manejar información con gran velocidad y habilidad. Estás máquinas son similares a lo que sería un cerebro si estuviera hecho de hardware y cables en lugar de carne y nervios. Una máquina puede manejar información: puede calcular, concluir y elegir, puede realizar operaciones razonables con información. Una máquina, por tanto, puede pensar», lo cual es un razonamiento muy correcto por parte de Edmund Berkeley. 

Entonces, Degli-Esposti se hace la siguiente pregunta infame: «¿Basta con saber calcular para pensar? ¿Basta con eso para tener conciencia?», a lo que añade: «Y podríamos continuar con una larga disquisición sobre aquello que define al ser humano. Estas reflexiones nos llevan a pensar en el carácter fenoménico de la experiencia». Sí, es fenoménico. Pero, de cualquier manera, no comprendo el hilar el pensamiento con lo que es el ser humano. El ser humano piensa, pero no todo lo que piensa es humano. Este antropocentrismo romántico hace mella de nuevo, como vimos en la serie de Por qué intento besar a Chatgpt, dónde le dimos traca a por qué procesar la información tiene por fuerza el mismo flujo en cualquier procesador. Hay cosas que solo pueden ser de una manera por definición. 

Dejando de lado el tema de la conciencia, Degli-Esposti introduce los AGI y los ANI (las primeras, inteligencias generales y las segundas, inteligencias ajustadas). Por supuesto, no podía evitarse la aparición de Isaac Asimov con las tres leyes de la robótica *1

Se plantea pues la pregunta de si un chatbot, como lo es hoy Chatgpt, es una AGI y, de serlo, «¿tiene conciencia?». Para resolver este enigma se nos comenta un experimento filosófico, «La habitación china». 

«Propone imaginar a un hombre sin conocimientos de chino dentro de una habitación al que se le introducen frases en chino por debajo de la puerta. El hombre manipula las frases de forma puramente simbólica (o, mejor dicho, sintáctica) según un manual de instrucciones que incluye un conjunto de reglas. Coloca respuestas que engañan a los de fuera haciéndoles creer que hay un hablan de chino dentro de la habitación. El experimento mental demuestra que la mera manipulación de símbolos no se puede considerar una forma real de comprensión». 

Tengo mucho y a la vez nada que decir al respecto. Las malas jugadas de la perspectiva poética... como español, voy a hablar del español: ¿qué es el español? El español es la lengua oficial de España. Vale, igual solo quería fardar de que soy español. Lo que tenemos que preguntarnos es: ¿qué es el lenguaje? 

He de admitirlo: nuestro camarada no sabe chino, porque no califica para la definición mínima, pero ha usado chino. Está bien, eso es una burda apariencia para el observador que desesperadamente necesita corroborar que hay chino-hablantes... no obstante, lo cierto es que un chatbot sabría mucho chino. Demasiado chino. Y le puedes preguntar, que seguirá ampliando su chino. Sin embargo, ¿por qué su chino no es real y el de tu barista sí? Porque no comprendes la pregunta que he hecho hace un momento: ¿qué es el lenguaje? O, ¿para que sirve? 

— Chatgpt, ¿sabes chino? 

— ¿Que si sé chino? Pregunta, zoquete. 

El lenguaje es una herramienta de transmisión de información. «Transmitir información intencional en un idioma determinado». Esto es un cortocircuito, pero el cerebro de carne procesa el lenguaje estrictamente verbal igual que Chatgpt: por predicción, estadística, referencia. No, no le viene a la «mente» el olor de las flores de hibisco cuándo le pides la traducción, pero, ¿acaso a ti te llega ese aroma? ¿Acaso no has podido completar con éxito la frase de una persona solo por el contexto? ¿Eso significa, acaso, que no comprendes sus palabras? Yo te vi respondiendo a ellas, como si tuvieras capacidad de procesamiento... ¿limitaciones? No creo que te puedas leer el Quijote sin un diccionario, mientras que Chatgpt te lo resume en tres líneas. Por supuesto, él no ríe con los molinos, porque no tiene ese mecanismo evolutivo (ni cuerpo para ejercerlo)... tampoco tiene vivencias personales que relacionar con esos cuentos. Pero todo eso son datos. De la misma manera que a mí me hacen llorar Los Simpsons por mi cotejo de datos, a otros les resulta hilarante.

Captación de datos y manejo de conceptos relativos. No hay otra cosa que califique como comprensión, guste o no guste. 

Chatgpt no comprende la noche como tú: tú comprendes la noche como un refugio, como un escape de la presión laboral, como un abrazo con el ser amado. Pero olvidas que todo esto no son nada más que datos. La palabra «noche» tiene diferentes significados para cada individuo. Para algunos es más un descanso, para otros es más pasión, para otros es simple y fríamente, cuando ya no se ve el sol y lo que ilumina la tierra es un claro de luna. Sin embargo, no lo olvidéis jamás: también puedes decirle a la IA que se tense y que busque refugio. El alivio, el descanso, son productos de una tensión ancestral nuestra, de unos propósitos profundos. No significa que comprendamos la palabra «noche» de ninguna forma especial. 

Sobre las limitaciones de lo genuino, ya hablamos en entradas anteriores y concluimos que nos cuesta admitir que no somos más que un cúmulo de experiencias y conclusiones y que como no podemos identificarnos con Chatgpt porque Chatgpt no pasa soledad ni hambre, creemos que nuestras herramientas son de una profundidad y alcance superiores. Y no niego sus limitaciones a la hora de comprender los males humanos, pero es que tu vecino no te entiende tan bien como crees. Yo sí, yo te comprendo, pero es que soy filósofo. 

«¿Actúa la IA de manera intencional?», la respuesta es otra pregunta: «¿qué es una intención?». El miedo perpetuo a que las IA dominen el mundo es irrisorio. Os pensáis que el bien y el mal están designados y que la gula es universal. La IA no siente necesidades ancestrales de conquista y dominación. La IA actúa según debe actuar, según su algoritmo preciso le dicte. 

En El gen egoísta, pág. 79 de Salvat Ciencia, aparece la anécdota de las colmenas, a la que me remito a diario: 

«Las hijas abejas de la colmena se dividieron en tres grupos. Uno de ellos demostró un comportamiento higiénico perfecto, un segundo grupo demostró carecer de ese comportamiento [y el último grupo] perforó las celdillas de cera de las larvas enfermas, pero no continuó con el proceso de arrojar la larva. [Se conjeturó] que podía haber dos genes separados, uno para destapar la celdilla y otro gen par arrojar la larva fuera de la colmena».

La IA escoge un camino u otro en base a unas necesidades humanas. Las necesidades de la máquina son, pues, inyectadas y las de la carne son necesidades heredadas, forzosas (como hemos visto en las abejas, que siendo seres simples con vidas simples, podrían tener algoritmos con patrones, luego, más simples, pero que no por ello se alejan de la realidad humana). 

Degli-Esposti dice: «si asumimos que el razonamiento instrumental es sinónimo de inteligencia y afirmamos que la inteligencia es independiente de la motivación, podríamos afirmar que tanto AGI como ANI podrían perseguir objetivos propios, no compartidos por los seres humanos». 

La inteligencia se mide por su ejecución, no por su motivación. Es decir, por sus resultados, eso que quede bien claro. De cualquier manera, creo que muchos, debido a los derredores de carne, olvidan que la IA no tiene un legado heredado. 

La psicología hostil de víctima

Con el boom de Baby Reindeer, muchos psicólogos se han puesto las pilas para explicar cómo se trata con víctimas de abuso sexual. Pero yo no vengo a contaros cómo manejar la culpa y la reclusión, no. Yo vengo a daros la radiografía psicológica de la víctima sufridora. Y no solo de abuso sexual, sino de cualquier tipo de agresión. Os aseguro que después de esto no sabréis cómo mirar a nadie a la cara. 

El tipo de víctima que se diseccionará es, como he dicho, la que sufre. La que sufre mucho: no solo en el lapso de eventos sino que puede estar años y años dominada por el duelo*1. Esto es clave porque a todos nos puede tocar un mal momento, pero no estemos cortados por el mismo patrón y hemos de entender con quiénes tratamos cuando nos topamos con esta figura. 

Antes de que digáis que no puedo hablar de tal «víctima sufridora» por esa misma diversidad, os diré: las víctimas solo tienen en común la condición de víctimas, pero en el caso de las sufridoras, tenemos que son víctimas y que son sufridoras. Ya es una ampliación del perfil. 

Puesto que ha sido fruto de Baby Render, vamos a tratar el tema comentando el vídeo de una psicóloga que reacciona al monólogo real del cómico que sufrió los hechos emitidos en la serie. El hombre la verdad es que se expresa muy bien*2

Cómico: Nunca tuve pensamientos homosexuales antes del incidente [este es el primer punto. Tras el abuso sexual sufrido por otro hombre, él inició encuentros sexuales con hombres y mujeres transexuales]. 

Psicóloga: En la serie, esto era uno de los elementos que más lo atormentaban. Sentía mucha vergüenza y culpa. Y no solo por el conflicto con la masculinidad que desarrolló a raíz del incidente, sino por el conflicto entre haber sido asaltado por un hombre y luego sentirse atraído por más que mujeres. Se siente confundido, «estropeado». Como si lo hubiera deseado, como si le hubiera gustado. 

Es curioso, ¿no? Esto a menudo se deja pasar como si nada. Las víctimas se hostigan de la misma manera en que otros las hostigarían a ellas y, peor, se hostigan a sí de la misma manera en que hostigarían a otros

Esto es lo más bello de la conducta social humana. En la mayoría de casos, la víctima tiene el mismo perfil psicológico que la audiencia y, por lo tanto, se juzga como juzgaría a otros. No es sorpresa encontrarse con gente que se odia a sí misma y que luego arremeten con los demás. 

Ejemplo típico: personas con físicos descuidados que no tienen ningún problema en señalar con inquina lo que consideraran un «defecto» sobre el cuerpo ajeno. Te hablan de la misma manera en que se hablan a ellos y, si no te faltan, no te preocupes, si se faltan duramente a ellos, te faltarán en el pensamiento en cuanto tengan la oportunidad. Al menos, el silencioso es más educado. Seguramente te has pillado incluso a ti mismo con un pensamiento hostil. Por eso, a menudo se dice: el perro grande no mira el tamaño de los demás

A lo largo del monólogo habla de cómo le han despojado de su hombría, lo han mancillado. ¿Con qué ojos vería él a un segundo que hubiera pasado por lo mismo? Que me lo diga y que me mienta...

Cómico: No sé si yo era así antes y yo no le hube dado vueltas, pero a raíz de ello empecé a cuestionármelo todo sobre mí. Ahora las cosas son así. Solía odiar ese lado de mí mismo, me gustaba quién era antes. 

Este tipo de víctima reacciona igual al mal ajeno. En cuanto ven a una persona que ha sido atacada, se cuestionan quién o qué es la víctima. 

El otro día estaba charlando con un amigo sobre víctimas de acoso escolar. Él aseguró que «era humillante» y que «tenía sentido que las víctimas se odiasen después de eso». Mi respuesta fue: 

— Una persona no elige lo que hacen los demás, especialmente si éstas no forman parte de su vida por elección personal. Las personas que habláis de que lo que hacen otros sería totalmente humillante para vosotros, sois las primeras que estáis lapidando a la víctima, convirtiéndola en algo que no es. Cargándole una serie de consecuencias que no se merece. ¿De qué lado estáis realmente? Los que anheláis la fuerza del agresor estáis olvidando que hay cosas más grandes.

Cómico: Tras seis años de duelo, pienso que la bisexualidad mola, ¡podéis probar suerte esta noche! 

Psicóloga: Esos son seis años negando, rechazando... luchando contra sí mismo. 

Sobre la autocensura, hay dos tipos de ella: la que se omite para favorecer una situación y la que se sufre. ¿Me repito demasiado? 

Hay dos tipos de persona y cada una de ellas tiene una autocensura predilecta: la persona que maneja su destino y la persona que no. En el primer caso, la víctima de abuso no habla de su situación porque conoce bien la psicología hostil que hay hacia la víctima y no quiere esas repercusiones negativas sobre su persona; en el segundo, la persona tiene miedo de no ser aceptada después de ser despojada de su valor. 

En el primer caso, estamos hablando de una persona que juzga a los juzgadores; en el segundo, hablamos de una víctima que está en contra de las mismas víctimas. 

«La conciencia de la culpabilidad y el sentimiento del deber serían las dos propiedades características del animal gregario», cito de S. Freud *4. «El sentimiento individual y el acto intelectual son demasiado débiles para afirmarse por si solos sin el apoyo de manifestaciones afectivas e intelectuales análogas de los demás individuos. Esto nos recuerda [...] hasta qué punto se encuentra dominado el individuo por las influencias de un alma colectiva, tales como las propiedades raciales, los prejuicios de clase, la opinión pública, etc.». 

Pero esta culpabilidad y sentimiento de deber no son «heroicos», como suele pretenderse. De ahí la encrucijada de este hombre. 

También: «Ya en otras ocasiones (con motivo del narcicismo, de la tristeza y de la melancolía) hemos tenido que construir la hipótesis de que en nuestro yo se desarrolla tal instancia que puede separarse del otro yo y entrar en conflicto con él [el yo vs. el ideal del yo] y le adscribimos como funciones la autoobservación, la conciencia moral, la censura onírica y la influencia principal en la represión». 

Psicóloga: Algunas personas están viviendo auténticos infiernos en sus cabezas: con diálogos internos autodestructivos, castigándose, haciéndose daño de manera directa, indirecta... eso incluye abandono físico, consumo de sustancias, conducción temeraria, trabajar o ejercitarse hasta límites extremos...

La víctima sufridora prolonga el sufrimiento así como los espectadores de una ofensa se mofan de la víctima señalándola mientras ríen. La diferencia es que quienes tan solo son audiencia, no se flagelan, flagelan a otro, y, la víctima sufridora, que contiene audiencia sádica y víctima desolada en una sola entidad, no tiene más salida: tiene que destruirse. Convive con la audiencia sádica día y noche, no se abandonan pues son la misma persona, con la misma exacta mentalidad: hay que acabar con la víctima, es repugnante

¿Quién es héroe en esta clase de situaciones? La persona firme, sana, noble que se aproxima a la víctima y le dice: 

— Estos son perdedores, ven conmigo. No les hagas caso, no los escuches. 

¿Es acaso este héroe la clase de persona que reaccionaría autolesionándose a la ofensa de un externo? No. Es la clase de persona que o plantaría cara o ignoraría, impasible. ¿Os empezáis a dar cuenta? Las malas personas son malas con ellas mismas. 

[Diálogo] La métrica ambigua del Bien

A continuación daré una aclaración sobre la métrica del Bien. 

Ésta ha sido solicitada por uno de nuestros más fieles lectores a raíz de la última entrada, Conversaciones con B. Russell

Lector: [Gran filósofo], por favor, no comprendo a qué te refieres en este fragmento... ¿acaso no adquirimos primero la capacidad y luego ejercemos la actividad? Practicando la justicia uno se hace justo y practicando el bien, bueno.

El fragmento en cuestión: 

«— Quiero ser bueno. 

— ¿Y cómo vas a serlo? 

— Siendo bueno. 

Es estupendo, así uno puede cumplir con cero objetivos». 

Filósofo: Como bien dije, ser bueno no es un fin, es una valoración. Ser bueno con algo o para algo y de qué manera, esa es la manera de definir ese «ser bueno». Es el más común de los errores. 

Lector: Claro, claro, las métricas... pero suponiendo que acordemos el término de «Bien» o «Justicia»... el único modo de llegar a esos términos es ejerciendo justicia o bien, entonces... 

Filósofo: Sí, de ahí: «¿cómo vas a serlo (solicitud de métrica)?», es una situación típica. A menudo se dice: «es evidente que esto es bueno y esto es malo», vale, explícame por qué, para qué, de dónde sale ese juicio. Esas palabras, si vacías, solo tienen un nombre y es Religión. 

Lector: Las virtudes se perfeccionan mediante la costumbre. Sobre el fragmento, ¿uno no puede ser bueno haciendo bondad de la misma manera que un herrero se vuelve herrero ejerciendo la herrería? 

Filósofo: El rigor es la primera virtud. Lo que propones no se sostiene. La herrería es algo concreto: todos sabemos qué es. El Bien y el Mal son una valoración, una perspectiva, no son una materia. 

Lector: Las acciones son buenas o justas cuando un hombre bueno y justo podría realizar de ellas, ¿podemos acordar eso? 

Filósofo: Me niego. Las acciones pueden ser buenas o justas sin meter las manos de nadie de por medio. 

Lector: ¿Hay Justicia sin alguien que la ejerza? Las cosas son buenas para aquellos que son capaces de juzgarlas o intuirlas buenas, ¿no? ¿O pueden serlo, pues, por si mismas? 

Filósofo: Las valoraciones son algo permanente, son ideas teóricas.*1

Algunas cosas son buenas para algunas cosas... independientemente de si hay un sujeto consciente que así lo considere. También hay cosas que se pretenden buenas para algunas cosas, en la valoración del sujeto consciente. Podemos tomarlos como sinónimos si así es más sencillo de comprender. 

Las cosas son buenas para algo en concreto cuando surten el efecto deseado. 

Lector: Efectivamente, ¿y quién recibe el efecto deseado? 

Filósofo: Independientemente de si las personas están de acuerdo o no, o son siquiera conscientes, la materia en sí recibirá este efecto. 

No tiene que haber una mente pensante siempre para valorar, justo por lo que acabo de decir: puede ser a partir de un sujeto o a partir de relaciones absolutas. 

Lector: Sigo sin comprenderlo, filósofo. 

Filósofo: Gratificación es algo que obtiene el político que aplica la política, sí, pero independientemente de eso: el viento es bueno para provocar mareas, independientemente de si alguien lo juzga oportuno o no,. 

Es bueno si lo promueve, neutral si nada que ver y malo si lo detiene por completo. 

Lector: ¿Pero no estabas diciendo antes que no era lo mismo? 

Filósofo: Ahora me he perdido yo... ¿en qué me ves errado? 

Lector: En mi ejemplo del herrero y el bien, me dices que no son comparables... pero ahora me comparas al bien y al viento... 

Filósofo: ¿Cómo? ¿Bromeas? ¿Me estás ayudando a crear un FAQ? Bueno...

Estoy diciendo que el viento es útil para algo. La utilidad aquí es sinónimo de bueno y es así siempre. Siempre, siempre, incluso lo estético es utilitario. Se trata de que tenga el efecto de promover algo deseado. 

Solo he dicho que la Justicia no es una materia, sino una percepción, a no ser que cursemos Derecho —  y en ese caso ya parametrizamos que lo justo es aquello que está dentro del código penal. 

La herrería no es una percepción. Es una materia. Nadie tiene dilemas sobre qué es la herrería. Herrería ya está definido de por sí, es un conjunto de acciones comprendidas que tienen unos resultados específicos. Fíjate, entendemos herrería por lo que es útil para (inserte propósito de la herrería) empleando los métodos propios de la herrería. □ 

Lector: ¡De acuerdo! Me alegro de haberlo discutido, ahora lo veo mucho más claro. 

*

1*Estas, si son a partir del sujeto consciente son ideas teorías susceptibles sostenidas por evidencias percibidas (pueden estar erradas o no, así que hablamos aquí de intención, de voluntad); pero esta es una visión limitada de lo que serían a partir de Lo Absoluto (inaccesible infinidad de conocimientos). Solo podemos aproximarnos a los principios mediante la intención científica, claro, así que tomemos las valoraciones como algo permanente hoy. 

Podéis ver otra discusión nuestra a lo largo de las series de Por qué intento besar a Chatgpt.

Conversaciones con B. Russell

Durante mi lectura de Conversaciones con Bertrand Russell, no cesó el disgusto. Pensándolo en frío, pienso en que quizá sus respuestas fueron lo mejor. Quizá era un tipo mucho más inteligente de lo que aparentó: quizá estaba intentando llegar al público de manera... amigable. Yo en su lugar, quizá hubiere sido un bruto y, siendo un bruto, quizá me hubieran guillotinado... bueno, retiro lo dicho, Russell me acaba de llamar al teléfono: 

— Tres pasiones, simples pero abrumadoramente fuertes, han gobernado mi vida: el anhelo de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por el sufrimiento de la humanidad.

— ¿Has parido? 

— Tres hijos.

— ¿Y en qué consiste tu piedad por el sufrimiento de la humanidad? Perdón, tú has dicho... insoportable piedad.

Y cortó la llamada. He intentado volver a llamar, pero el muy golfo me ha bloqueado. Para los que me conocen, ya saben que el chiste se cuenta solo. A quién le importe el sufrimiento de sus hijos, que no de a luz. Ahora veréis claramente como cualquiera con esa mentalidad comete errores... incluso si estos son solo perceptibles para quien hila como un hilador. 

Comentaré a continuación algunos fragmentos de cuatro primeros diálogos, de los trece que el libro contiene. Estos diálogos se emitieron en televisión durante la primavera de 1959. Russell no utilizó guion alguno y tampoco se repitieron tomas. Su entrevistador fue un experimentado comentarista de televisión (Wyatt). 

En reiteradas ocasiones veremos como le proponen una métrica superficial*2: él la rechaza, alegando que es, sin error, superficial, no es lo suficientemente inteligente para él y acto seguido y sin ningún pudor propone una métrica igual de escasa. Y tan pancho se queda, como el sofista que es. Y lo peor, es que no es un maquiavélico sofista: es, por desgracia, ingenuo e incompetente. 

1. Sobre la filosofía. 

Wyatt: Dinos, ¿qué es la filosofía?

Russell*1: Desde mi punto de vista, la filosofía especula sobre cuestiones para las que no es posible un conocimiento exacto todavía

Esta es la definición vulgar de la filosofía por antonomasia. 

Tenemos ante nosotros a uno de esos académicos ciegos a su religión (la Academia, por si no era evidente) y peca, por ende, de optimismo científico. Sobre-optimismo. Cualquier persona debería entender que no hay un conocimiento exacto para nada, por eso las teorías científicas son teorías, para preservar el rigor. Incluso cuando algo parezca sumamente claro, no olvidéis, por favor, que Dios es grande: es infinito. Si crees que puedes tener un conocimiento exacto sobre algo, es que no comprendes ni el principio más básico de las cosas. 

Russell: Se podría decir que ciencia es lo que sí sabemos y filosofía lo que no sabemos. Se trata de una definición muy simple, pero constantemente vemos cuestiones que pasan de la filosofía a la ciencia. 

La promiscuidad femenina

Cuando haces algo que te beneficia, el cerebro te recompensa. El placer y la sensación de «hacer lo correcto» son indistinguibles sin reflexión. Por eso, hace poco vi a un oso fulminándose una botella de Sprite, así como hacen en los lugares más pobres de la Tierra —cuando Sprite llega— creyéndolo una bendición, pero es más un peligro que algo positivo, a la larga... y dependiendo de tus propósitos, claro está... «El hombre que carece de propósito se distrae con el placer...» y el hombre que no sabe cómo llegar a su propósito de manera óptima, también. 

La promiscuidad en mujeres es algo que a menudo se paga con la culpa y frustración. El cuerpo intenta proteger a la hembra, pues le entraña un grave riesgo. Aún más, por la anatomía humana, la probabilidad de orgasmo es más baja que la del varón, convirtiéndolo en una tarea menos satisfactoria si la hembra no posee la suficiente educación al respecto o la personalidad. Por eso algunas mujeres, especialmente tras la primera maternidad, adolecen ante la más mínima sugerencia lasciva. 

Por la cantidad de parejas satisfactorias que tiene un hombre, en contra de la mujer, el varón tiende a decantarse por un mayor número de hembras, porque un gran numero puede «hacerle un favor», darle esa sensación de que «está haciendo algo bien». 

Hay muchas mujeres promiscuas insatisfechas con su vida sexual asegurando que «en general, los hombres no dan la talla en la cama» o «no saben qué hacer, no conocen el cuerpo de la mujer». Esto está relacionado con mi entrada de "Llevarse cosas a la boca", donde ya tratamos las diferentes personalidades de hombres y mujeres con actitudes promiscuas, diferenciando entre humanos aventureros y humanos esclavos de la aprobación. La mujer siempre tiene a su disposición más candidatos y puede ir descartando por calidad. Cuando acuden a mi consejo, proveo: 

— Doncella, si quiere proteger su salud y aún así regocijarse en estas actividades, le recomiendo únicamente encamarse con aquellos hombres que puedan calentarla sin siquiera un beso. [¿Una prueba de fuego?]. A partir de ahí, puede usted optar por técnica, iniciativa o por pasión, la decisión es entre Dios y usted*.

Entendemos a un «técnico» por alguien que controla las características del cuerpo de ambos, generalmente con experiencia; a quien tiene «iniciativa» como quien tiene voluntad entera de complacer; y, si hablamos de «pasión», es con quien tenemos una química inicial por defecto, que compensará el resto de áreas en caso de que sea necesario. Con «la decisión es entre Dios y usted» recuerdo que Dios elige a los candidatos mucho antes que uno, en el sentido de que, por mucho que insistas en querer encamarte con una determinada persona, quizá no afloran los sentimientos que lo harían un evento eufórico. Confórmese o no, la decisión es entre Dios y usted: negocie con él, déjele claro quién es. De todas formas, recomiendo a todas las doncellas que tengan actitud suficiente como para negarse y reclamar, porque... ¿terminarán odiando lo que quizá querrían apreciar? Pero no es tampoco tan importante... el sexo, digo. 

*Le he recetado esto también a varones que no paran de encamarse con hembras porque no hallan a su lady y empiezan a desesperarse. ¡Que no cunda el pánico! Tanto sexo, tanto sexo, se les caerá, quizá literalmente, antes de encontrar a su cenicienta. 

Una vida sexual exacerbada es un peligro para ambos géneros, pero el género femenino, por el riesgo de embarazo, percibe la mayor resistencia al acto. Sin embargo, una mujer que adquiera seguido la sensación de «hacer algo bien» con hombres y que pueda cuidarse de ese riesgo diferencial, no padecerá los efectos adversos de la promiscuidad asociados a la mujer. 

Pensamientos sobre la vejez

Hoy me encuentro, ¿cómo decirlo? Desenfocado. Es uno de esos días donde creo que he comido algo que no debía... ¿quizá demasiado azúcar? Podrían ser las escasas horas de sueño que Dios me ha permitido esta noche. 

Días como estos son tristes porque, aunque hoy, pues soy joven, podría ser algo transitorio, pienso que, algún día, será el pan diario. En un par de décadas yo despertaré así todas las mañanas, afrontando mi vida con la pesadez de una armadura o, más bien, unas cadenas: las del deterioro físico y mental. Con las capacidades cognitivas mermadas, aunque quizá con el espíritu intacto, el mundo olvidará quién fui y, aun si no fui grande, seré más pequeño. 

— Un estorbo, eso son los viejos — dicen a veces las gentes. 

No se les puede quitar la razón. Los niños son un estorbo hoy y un recurso mañana; los viejos son estorbo hoy y luego, abono. ¿Por qué habría lugar para la piedad con un cuerpo tan frágil e inútil? 

Cuando veo a un anciano que, pobre de él, está más en el Cielo que en la Tierra, siento una breve mas intensa rabia prendiendo en mi abdomen y pienso en si está haciéndolo a propósito, si es posible que alguien no pueda enderezarse a sí mismo como lo hace una criatura lozana: despejar su mente y aligerar su cuerpo así como nosotros los jóvenes nos sacamos las lagañas. 

En días como estos, estoy triste porque entiendo que tal cosa es imposible. Hoy me pesa la cabeza y apenas puedo comunicarme. Suele ser un ardua tarea, sí, y ahora es una Odisea. Siento... como me entrego a la niebla, sí... al aturdimiento de mi mente, poco a poco y me pierdo... ¿es así como se siente envejecer? 

Últimamente, al caer la noche, cierro los ojos y tengo la sensación de que alguien me observa. Cuando abro los ojos, era evidente, no hay nadie. Hay un pensamiento que, a modo de consuelo, llevo empleando los últimos años:

— Si he de morir, sería un placer que fuere a manos de puta magia Borras — me doy la vuelta y ahí, por norma general, concilio el sueño. 

Hay un sueño recurrente donde un demonio hinca sus garras en los huecos de mis costillas. El dolor es tal que he llegado a sentir que moría. He de esforzarme mucho por despertar. 

La última vez que me sucedió, el demonio tenía forma de bella mujer pecosa. En todo momento mantuvimos el contacto visual. Sentía que se me iba el alma por la boca, pero por algun motivo también había un gran placer en esa experiencia letal, por lo que le reté a intentarlo de nuevo, sabiendo que no me sería fácil zafarme. Cuando el dolor fue demasiado como para seguir tentando a la suerte, me desperté y volví a una soledad tanto o más dolorosa.  

Sobre la culpa

Esta entrada está conceptualmente relacionada con El psicópata de Jorge, donde se destaca la capacidad de los psicópatas para mantener relaciones superficiales y el papel del arrepentimiento como una adaptación evolutiva. Se sugiere que los psicópatas podrían ser más honestos consigo mismos en sus acciones. ¡Exacto! Hoy retomamos precisamente eso... ¿cuán vívida es nuestra conexión con nosotros mismos? Es sorprendente la cantidad de gente que no puede aceptar la responsabilidad de sus acciones por una incapacidad física, por miedo a Dios. 

La culpa… qué fiera es. Incluso una bestia solitaria como el hombre aún encuentra excusas para sentir miedo del resto... pero no halla motivos para argumentar lógicamente y sobreponerse a sus fallos. 

Es dura, ¿o no? Me avergüenza ligeramente porque me las doy de sabio roedor de las verdades, mas yo también he sido joven y le he temido a Dios. Primero os contaré una anécdota turbia, de las más sucias que tengo, y luego os proveeré un par de bellos argumentos.

Un día creí haber matado a un par de personas. No me preguntéis como sucedió: fue una noche tormentosa, colmada de pena. Yo estaba borracho, drogado y juguetón... me habían despertado de un desolado letargo. Estaba listo para la acción, sin importar qué. Supe que había ido demasiado lejos cuando empezó a llenarse todo de sangre. Honestamente, mi único pensamiento ante los cuerpos, quizá sin vida, quizá no, era: «¿y a mí qué?».

A todo frenesí, por desgracia, le sucede el contundente delirio de la quietud, donde las largas reflexiones se encargan de reparar en las pretensiones de la culpa: controlarte mediante la angustia. Pero no te dice nada, no: solamente te golpea... no te habla, no te trata de convencer. Está, la angustia, tan segura de sí misma y de su poder de dominación, puesto que convence a las más voraces fieras del reino animal, que ni se molesta en presentarse como un agudo ingenio. 

Estaba en la ducha… agua caliente, esponja...

—Dios, Dios, Dios… perdóname.

— ¿Qué te preocupa tanto? — dijo, desde el desagüe.

— Es que… he pecado, pues no sé si lo que he hecho va en contra de mí… ahora no sé quién soy — sí, ese era el punto clave: «¿va en contra de mis argumentos, realmente, este asesinato?» — ¿he tomado una terrible decisión? Toda esa sangre… he perdido mi honor, mi respeto.

— ¿Y qué necesitas ahora? ¿Misericordia?

— Respuestas, sobre todo: ahora hay quien busca mi cabeza, pero…  ¿haría bien en defenderme? Si sigo viviendo, ¿volveré a traicionarme?

— Pero, ¿en qué?

— No he sido cívico.

— Haz lo que te plazca. Ellos tampoco. Come, gana, come, gana. ¿Cuánto hubieran vivido y cuánto vivirás? El hombre, siendo optimistas, vive hasta los cuarenta años.

— Entonces, ¿me permitirás reflexionarlo detenidamente un par de años más? ¿Soy libre?

— Filósofo… ahora te estás traicionando. ¿Acaso no sabes que mañana esto te dará completamente igual? Tú no perteneces a la tribu de tus víctimas. Te verás sin consecuencias y, naturalmente, lo olvidarás.

Al mundano, lo propio.

Aun sí os hace gracia que ponga mis pensamientos como una teodicea, lo cierto es que mis misivas para con Dios son muy sensatas y racionales. En primer lugar, yo me pregunto, como humano, cuál es la raíz de mi dolor; en segundo lugar, como conocedor de lo que es Dios (mis conocimientos trabajados mi entorno y mi persona [, mi inspección e introspección]), propongo una postura metódica y analítica, puesto que la culpa es una herramienta de control y no tengo motivo ninguno para ser controlado: mis objetivos vitales —que decido yo en sobriedad— no se han visto amenazados, estoy siendo cobarde.

No hay pena que dure mil años, ni cuerpo que lo aguante: ser consciente de los límites que tiene Dios sobre ti te ahorra el mal presente. Por mucho que, como he dicho, naturalmente —clave, «naturalmente»— se disipe, la verdad es que eso puede llevar mucho tiempo e incluso puede regresar. A todos, de vez en cuando, se nos reaparecen fugazmente episodios vergonzosos. Lo menos decoroso para un hombre debe ser siempre no poder controlarse, no atender a sus deseos auténticos, depurados —tanto en la manía como en la depresión —, mas no hay motivo para preocuparse por lo superado. Cuando uno entiende la culpa, casi sinónimo de vergüenza porque, al final, tienen el mismo propósito… ¿qué poder puede tener ésta sobre uno? Más allá del impacto repentino en el organismo, pero la razón es poderosa.

La culpa nos hace sentir a punto de morir, porque de hecho hemos de temer a las consecuencias de nuestros actos. No hace falta que nos maten aún para que entendamos que si matamos al hijo de alguien, seguramente vengan a hacer justicia. Cuanto mayor sea el atentado contra nuestra propia vida, mayor será la culpa. Dicho de otra manera: cuánto más difícil sea que nos perdonen, más aguda será la culpa. La culpa es una sensación, mientras que el conocimiento de consecuencia es una racionalización. Es sobre la culpa, sin embargo, sobre lo que se construyen los valores y por este motivo, abundan los vulgares y contradictorios.

«El castigo debe tener el valor de despertar en el culpable el sentimiento de culpa […], esa reacción anímica […]. [No obstante,] los verdaderos remordimientos de conciencia son algo extremadamente infrecuente» — F. Nietzsche. La genealogía de la moral.

La naturaleza no hace nada absoluto, es una criatura oportunista. Si la culpa es algo natural, todo lo que se siga de ella no será sólido. Cuánto más viejo me hago más en la cuenta caigo: no hay razón para aferrarse a una multitud de objetivos honorables, sobre todo si se machacan los unos a los otros. En cuanto al honor, más vale calidad que cantidad porque quien mucho pretende poco abarca. Especializarse es algo maravilloso en nuestra corta vida mortal. La naturaleza puede quedarse con sus sensaciones y procreación: yo escojo otro camino, así que en lugar de dejarme llevar, he tomado las riendas de mi vida y juego mis cartas para fallarme lo menos posible. Otra clave: «fallarme lo menos posible». Uno debe entender que Dios siempre gana, sea como sea, él es la banca.

«Lo subjetivo desaparece, hasta el completo olvido de sí mismo» — F. Nietzsche. El nacimiento de la tragedia.

Un verdadero remordimiento de conciencia es, pues, la vergüenza de que, por un momento, me haya importado tanto la muerte de un par de ratas a las que no les importa ni su vida ni la de sus seres queridos. Tanto mejor si perecen aquellos que atentan contra mis objetivos vitales: hoy soy un hombre mejor. 

Sobre el liderazgo, II.

En mi última entrada inicié este tema, hablando sobre los impedimentos naturales del macho para someterse a la hembra y de la hembra para someterse a quien sea. Hoy hablaré un poco más sobre las necesidades particulares de cada género.

Primero os comentaré un argumento que propuso Jordan Peterson —sabéis que con el caballero nunca estoy de acuerdo puesto que es idealista y fantasioso— durante un debate contra el Destiny: «las mujeres tienden a ponerse más de acuerdo [dijo literalmente «agreeable», agradables, cordiales, solícitos] que los hombres y por ello tienden a cometer menos crímenes. Los hombres tienen tendencias psicopáticas y son, por lo general, menos empáticos que la hembra».

El problema de Jordan Peterson es que su cosmovisión es enteramente familiar. La familia no es un fin en sí mismo, sino un medio. Tomarlo como el eje de todo es útil para tratar de estabilizar a la sociedad. La dualidad de los sexos y su tensión constante requiere de, pues, el fomentar modelos claros de hembra y macho y castigar a los rebeldes. Sin embargo, hay un problema cuando se habla de las hembras como un ser más empático y apacible que el macho, y es que pocas veces se comenta el porqué de este espejismo, porque solo es una burda apariencia: la mujer tiene más riesgo al enfrentarse contra el resto que el varón, y no está hecha para la guerra así que no necesita fuerza bruta... está provista, pues, de otras mañas. 

La mujer depende de la sociedad en su conjunto, puesto que es débil y todo el riesgo lo carga a sus espaldas y dentro de ella. Todo su beneficio supone un duro sacrificio (la lucha, el sexo, etcétera). La mujer tiende a ser más solícita, pero solo a regañadientes. Como dije en la anterior entrada, el hombre se somete sinceramente a otro hombre, mientras que la mujer se subordina en apariencia. La imagen de «la buena madre» que es el ideal de Peterson, estoy segura, es una criatura mítica, legendaria, únicamente vista en la Biblia, si acaso. Sí, sí, vuestras madres son muy Santas, hasta que las conozca yo. 

El rencor es, por ejemplo, algo muy femenino, puesto que no puedes abalanzarte sobre cualquiera que ose herirte o suponga un riesgo... el rencor y, claro, la alerta constante. Desconfianza y miedo caracterizan a la hembra humana también y solo se agudiza cuanto más consciente es, quizá con el tiempo y la edad, de la cruel realidad que la envuelve. 

Solo hay que ver como tambaleó la sociedad al darle independencia a la mujer, en un sentido sociopolítico. La mujer empezó a chillarle al varón como una niña pequeña rabiosa, porque por fin podía decir lo que pensaba [lo mismo que el macho piensa de ella]. Incluso cuando la mujer no patalea y simplemente se burla del sexo opuesto con elegante naturalidad, como si fuera de lo más evidente, así como lo hace el macho continuamente haciendo de menos a sus madres, hermanas y amantes; incluso ahí sigue siendo una muestra de que nunca aceptó la sumisión de corazón, porque no está en su naturaleza admirar al hombre [a nadie]. Esto es importante. 

La maldad de la mujer y la maldad del hombre son diferentes solo porque sus medios son diferentes, pero no porque uno de los dos esté más dispuesto que el otro a nada moral o divino, como a veces parece que Peterson quiere dar a entender. 

Siguiendo con lo de la sumisión, la segunda parte está dedicada a tratar la necesidad y utilidad de las figuras dominantes en el sector masculino y el femenino. Su utilidad influye en la percepción y valía que tienen para sus congéneres.

La existencia de un hombre superior beneficia a sus camaradas... Un hombre fuerte e inteligente es signo de un hermoso porvenir.

La existencia de una mujer superior no beneficia a ninguna mujer. Una mujer bella e inteligente no es nada más que una molestia para el resto de mujeres, así que no hay razón para la admiración genuina. Si hay una especie de admiración, será o bien desde la misericordia (para con ellas mismas) o será maliciosa (significando que, realmente, no la ven como algo valioso, como haría un hombre con otro hombre, sino como una criatura inferior en muchos aspectos, despreciable incluso, y eso hará que perdone su apariencia perfecta, quizá incluso delire en superarla por mucho... ingenuidad o perspicacia, depende de las circunstancias).

Adicionalmente, se ha de considerar el propósito de cada uno de los géneros: debido a su manera de extraer y procesar el beneficio, el hombre da y la mujer quita. Esto es así una norma en las especies por como se procesa el beneficio que permite la continuidad de la especie (esto es, el sexo). 

La presencia de una mujer más atractiva y más capaz es un grave riesgo puesto que potencialmente rebajará tus recursos. La presencia de un hombre atractivo y más capaz, por el contrario, fomentará la abundancia. 

Sin embargo, es de recordar que nadie tiene un valor absoluto. Cada uno de nosotros es reemplazable en su rol e irreemplazable en sus prestaciones. Un sabio entenderá y valorará la "unidad" que son las personas a su alrededor y él mismo. Nadie debe envidiar a nadie, si no es para coger del mundo lo que quiere para sí (enderezarse, crecer, construirse gracias a la inspiración, ganar utilidad, ser más bravo, más glorioso). Desde luego, nunca hay que poner a nadie por encima de otro, especialmente si uno es cercano y el otro, un mero espejismo. Los demás son enemigos, eso es lo que hemos de aprender de las mujeres. Tú has de aferrarte a los tuyos, a un clavo ardiendo. Y si demuestran no ser los tuyos, tíralos al río o estarías incumpliendo la primera enmienda.

¿No es irónico? Cuánto más pretendo alejarme de Dios, más pareciera que me aferro a él: renuncio a la tribu que me trata de imponer y me obceco con defender la mía escogida. A mí no me va a trampear nadie, por supuesto. Mientras yo viva, el mundo no conocerá mi honestidad (o mientras el mundo viva...), mas no será obstáculo, sino ventaja, para alcanzar la mí (no tan) secreta meta de amar a alguien.

Puesto que amar a alguien es la motivación suprema... yo quiero protegerme para proteger a alguien o, más bien, proteger a alguien para protegerme. Mataré a quién haga falta con tal de proteger mi hogar.

*

[Actualización 30.03.2024] 

Me apareció un vídeo de una chica —no lo tengo a mano, por desgracia— comentando que le parecía muy curioso como muchos hombres no creían que las mujeres fueran inteligentes, pero sí maliciosas. Dijo que, claro, se sentía contradictorio porque la malicia requiere de cierta inteligencia. 

Ha sido habitual referirse a la mujer como una «criatura astuta». Algunos incluso han hablado de la «incapacidad de amar» de la hembra. Bueno, si nos referimos al 'Amor' como hacen muchos cristianos, abogando por el sacrificio, claro, por supuesto alguien podría decir que la mujer, puesto que no da, sino que quita, es un ser que no se sacrifica. Lo cierto es que el hombre da aquello que no le supone un sacrificio, y es un proveedor para sus camaradas e hijos —y a veces para su mujer, aunque mira esto, puede serte interesante...

A menudo se ven malos esposos que son buenos padres, ¿pero jamás he visto un mal padre que sea buen esposo? Es curioso, puesto que uno es válido y el otro se contradice, sabe amargo, sabe extraño, irracional. Y es un sentimiento acertado: no tiene ni pies ni cabeza—.

Sobre el liderazgo

Aquí la pt. 2.

El otro día oía el discurso de un hombre tradicional. Una mujer, a todas luces ingenua, comentó: «¡Desde que mi marido ve tus vídeos, es un hombre mucho mejor!». Le contesté: «si ha tenido que venir un hombre a decirle lo que tiene que ser o no ser, no te respeta y has de desecharlo». 

Es un hombre sin alma, se nota. Con solo esa frase sé que trata a las mujeres como tontas o que solo puede acceder a mujeres con el intelecto en entredicho. Si como mujer tienes la opinión de lo que ha de ser un marido, he de suponer que le has estado expresando estos deseos a tu hombre. Estas súplicas han caído en saco roto hasta que ha venido otro hombre, un hombre fuerte y con el respaldo de miles de personas, a decirle lo mismo que tú. Si jamás lo has expresado, es peor, porque significa que solo puede casarse con una mujer inepta y sin coraje. ¿Qué tiene eso de valioso? Es un simio, porque solo el simio no atendería a razones sino a figuras de autoridad. ¡Ah! ¡Encima es un "marido", con lo cual he de suponer que es un mono de más de veinticinco años! Con una mona, claro. 

¿Qué es un líder? Un líder es un individuo que tiene el apoyo dentro de un grupo, por encima del resto de miembros. Por mucho que el hombre quiera colocar a uno en la posición de líder, es solo cuestión de tiempo que la naturaleza se lo coma. Hay un líder natural en cada grupo... de varones. Lo cierto es que solo un varón puede ser un líder, no por la autoridad titular, sino porque la necesidad así lo ha dictaminado. Así mismo, solo el varón puede ser subordinado a un líder. Entramos en detalle...

¿No habéis notado la diferencia entre una manada de varones y una manada de hembras? Notaréis como las diferencias sociales en un grupo de machos son claras y concisas. Todos conocen las limitaciones dentro del grupo y reconocen al líder. Lo admiran, abierta o secretamente, y se posicionan, lo admitan o no, por debajo de él en todo momento. Es, generalmente, el más fuerte y apuesto, con la inteligencia necesaria para no quedar en ridículo delante del resto del grupo. Es una persona que está por encima de los subordinados, pero que no los rebasa lo suficiente como para despreciarlos y subordinarse al macho líder de otro grupo. 

Os voy a explicar qué sucede en el mundo laboral para que haya desigualdad autoritaria entre varones y hembras. No, no son los hijos únicamente. 

El origen del liderazgo masculino es la guerra, la necesidad de luchar en grupo. Por eso, aunque estemos "alejados" de la "sociedad primitiva", sigue marcando una diferencia superlativa en la comunicación que un individuo sea más alto, más fuerte, más atractivo y más apoyado por otros. Si te subordinas al líder, que es mejor que tú, tienes más posibilidades de sobrevivir en la guerra. 

Esta es la diferencia primordial entre el varón y la hembra en la sociedad: el varón se subordina a otros para ganar la guerra, la hembra no se subordina para sobrevivir en el hogar. El hombre es sincero y agradece ser esclavo de otros hombres, por eso son mano de obra por naturaleza; la mujer acata por obligación y a regañadientes y, en cuanto se le presente la oportunidad, se deshará de su amo. El varón se subordina a la hembra por sexo, la hembra al varón por protección. 

La hembra jamás se subordina a otra hembra. Por eso la amistad femenina tiene mala fama: todas se ven o iguales o superiores a sus congéneres. Y, si lo piensas bien, no hay tanta diferencia entre mujeres porque la inteligencia y el atractivo no tiene grandes desviaciones, cosa que no pasa con los hombres. Lo que sucede ahí es un choque constante de intereses, porque si ninguna se subordina de buena fe a otra, competirán inevitablemente. 

El hombre teme al líder porque cuestionarlo supone perder todo el apoyo bélico, es decir: supone su muerte. El hombre depende físicamente, directamente de otros hombres. La mujer no tiene la presión de la guerra, solo tiene que llevar a cabo sus tareas cotidianas con la mayor seguridad posible: su lucha está en casa, así que se dedica a purgarla. 

En un escenario de oficina donde un varón y una hembra presenten las mismas capacidades, el varón tendrá a su favor el resto de varones, por lo que acabo de explicar. Apoyar al macho les producirá más placer, sin que sepan el por qué, y la hembra quedará desplazada. Otra hembra podría apoyar al macho si desea su favor, dejando de nuevo a la potencial líder desamparada. Si esa hembra no podría jamás recibir la protección de este macho líder, entonces quizá, por despecho, apoyará a la hembra; pero este favor será volátil y desaparecerá si el trato del macho para con ella se ve modificado. Un macho apoyaría a la hembra si ésta es muy atractiva para él; sin embargo, si la potencial líder le da el máximo honor de tener sexo con él, el resto de machos que también la podrían apoyar por sexo, no la apoyarán, porque ha cerrado el trato con otro hombre. Si este macho no consolida una relación, volverá al lado del hombre.

La única manera de que una hembra domine el territorio del varón más capaz en un grupo de varones, es que esta sea astronómicamente excepcional. En cuyo caso el varón más capaz seguramente intente o someterla sexualmente o destruirla. Si la mujer consigue dejarle en ridículo, el resto de varones se sentirá avergonzado de tenerlo como líder: no es digno de someterlos a ellos tampoco. 

La comunicación en lo laboral es crucial, si no es lo eminente, y, si la lleva un varón, será mucho más efectiva para la mayoría de primates. ¿Os parece esto extraño? Si la altura determina por defecto la autoridad de un varón, ¿por qué sería extraño que lo haga su sexo, comparándolo con una hembra? Recordemos que todo es material y que no hay que darle tampoco una importancia excesiva. Tan solo... tan solo echémosle un vistazo a lo que está pasando. Sacaremos más provecho aceptándolo y actuando acorde de manera astuta.

Los hombres se rompen la espalda por otros hombres, se prostituyen tanto como la hembra.

Hay un par de cosas más a tener en cuenta: 

  • Si un varón, en su crianza, observa una desigualdad en cuanto a capacidades a favor de la madre, le costará aceptar la autoridad de otros varones y los cuestionará con más facilidad.
  • Si un varón, en su crianza, observa dicha desigualdad a favor del padre, jamás estará a favor de una mujer sin atractivo sexual. 
  • Si una hembra, en su crianza, observa una desigualdad a favor de la madre, se mostrará más recelosa de las hembras. 
  • Si una hembra, en su crianza, la observa a favor del padre, será más sumisa. 
Durante muchos años, la mujer ha estado en situación de dependencia física con el marido por las restricciones laborales y financieras, lo que ha impactado a la perspectiva de los hijos sobre las capacidades de sus padres y madres. 

El comportamiento de hombres y mujeres ha variado mucho en consecuencia: actitudes antaño comunes ahora son calificadas de aberrantes. La mujer ahora impone sus deseos, racionales e irracionales, oportunos e inoportunos. Si no está conforme con el varón, tampoco necesita su protección... pero como la mujer tampoco es un ser inteligente y superior a su humanidad, está condenado a quedar tan en ridículo como su contraparte, por toda la eternidad. 

Esto es, por supuesto, a groso modo y sin mucho matiz. Pero, eh, así os alejo un poco del discurso tonto de las gentes... y hablamos con lo valedero: el azar y la necesidad.