Llevarse cosas a la boca

En una entrada reciente hablé del gusto por comer, por ponerlo suave.

«¿Y esto no es igual acaso con todo lo que comemos? Todo lo que es adorable cabe en nuestra boca. En la boca nos metemos todo lo que nos gusta. Por eso uno debe saber que quien no se mete nada en la boca, ni besa, no ama, y quien ha decidido dejar de comer para siempre, ya no quiere saber nada del mundo». 

A raíz de eso se me antojó buena idea compartir las relaciones que he forjado entre la personalidad de los individuos y sus hábitos sexuales, puesto que es algo muy cercano a cada uno de nosotros y, sin embargo, muchos matices pueden pasar desapercibidos. 

Me veo en la obligación de decir que podría estar equivocado con algo... pero en realidad, no tengo ninguna duda. Todo se sigue de razonamientos completamente lógicos y creo que cada uno de vosotros puede o podrá ratificar mis palabras durante sus experiencias de alcoba. Si no estáis de acuerdo con alguno de mis postulados, espero que me respondáis de la peor manera posible. 

Hoy hablamos, pues, de cómo la conducta sexual refleja fielmente la personalidad del individuo (vaya una redundancia...). 

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Una hembra que da sexo oral a todos los hombres con los que se acuesta, en el primer caso busca aprobación desesperadamente. Quizá se siente terriblemente mal consigo misma. Seguramente tenga miedo al abandono y haría cualquier cosa para complacer o impresionar a los demás.

En el segundo caso, es una pícara promiscua, olvida rápido sus amores y busca el placer sexual en todo momento. Le aburren las cosas a medias y no tiene problema en cambiar de pareja si un nuevo postre se le presenta. No tiene gran apego emocional y tampoco carga con una jerarquía vital de afectos, pues es autosuficiente.

¿Cómo se distinguen? Muy fácil: la primera está insatisfecha con la mayoría de parejas sexuales, porque no tiene ni orgullo, ni astucia, ni maña. Es el muñeco del primero que pase y solo actúa para contentar y ser aprobada como una concubina pasiva e infeliz. 

Un hombre que da sexo oral a todas las mujeres con las que se acuesta, es enamoradizo y débil o extremadamente valiente; en ambos casos se mantiene el idealismo y lo risueño. 

Un hombre que besa sin problema y con iniciativa el cuerpo de sus parejas sexuales, sin importar la relación que tenga con éstas, es un hombre capaz de amar profundamente y a menudo tiene el corazón tan suelto como la bragueta. Es un soñador y seguramente escribe poesías a sus amores pasados, presentes y futuros en la intimidad. Seguramente actúe ligeramente afeminado, en el buen o en el mal sentido, dependiendo de la fortaleza mental. 

Un hombre que jamás da sexo oral, es un hombre incapaz de enamorarse. Muy probablemente un psicópata o una persona de muy bajos recursos sociales (genuinos). También podría ser un hombre que se deja llevar mucho por la opinión masculina, en cuyo caso variará su actuación dependiendo de cual sea la tendencia sexual del momento (¿es hoy algo viril complacer a la mujer o más bien desdeñarla?).

Un hombre que no encuentra necesario besar a sus parejas sexuales, o incluso le desagrada la idea, es un hombre independiente y que olvida fácilmente a la pareja. Seguramente sea infiel y solo copule con el fin de llegar al orgasmo, como una obligación divina; sin prestar atención a los pequeños detalles o a preliminares de otro tipo. Si se da el caso de que no lo encuentra necesario, excepto en una pareja de cada docena, es un hombre comprometido con sus causas y extremadamente disciplinado, incapaz de compartir con quienes no le han demostrado una fuerte lealtad, con el corazón disponible enteramente para una mujer que respete... mientras el respeto dura. 

Una mujer que no da sexo oral, pero sí accede al coito sin problema, es una mujer controladora y emocionalmente independiente.

Es amanerada y servil. No lo hará por gusto, pero sí lo haría por obligación. Es solicita pero no hace nada desde el corazón. Sus actos y su vida están vacíos. Si solo lo hace por gusto con un hombre, es una mujer modesta y capaz de respetar y admirar profundamente, pero también guarda miedo en su corazón.

Una persona que no tiene reparo en pedir sexo oral, es una persona desenvuelta. Podría ser también una persona incapaz de entender lo que piensan los demás o de actuar acorde.

Si la persona lo pide sin problema pero no lo da, es frívola.

Si la persona lo pide sin problema y también lo da, es una persona que confía fácilmente.

Si tiene reparo en pedirlo y tampoco lo da por iniciativa, es una persona sumamente hermética con la gran barrera entre ella y el mundo. Seguramente desdeña al humano y a todo lo relacionado, o guarda una profunda herida.

Si tiene reparo en pedirlo pero lo da con iniciativa, es una persona con expectativas, pero a la que le gusta mantener una visión objetiva de la realidad. Quizá sea un poco pesimista, pero sin duda es una persona agradecida.

Vamos a hacerlo menos vasto...

Todos conocemos a gente que no tiene problema con besar a nuevos ligues de inmediato, mientras que otros se toman su tiempo o incluso prefieren el sexo sin intercambio de saliva.

Tengo la certeza de que aquellos que besan incluso a desconocidos (pongamos, en una celebración o parranda) son personas comprometidas con las convenciones sociales y muy apegadas a la opinión del prójimo. Son, en general, personas poco profundas y hedonistas. Pueden hacer amigos fácilmente y no tienen una visión crítica de las cosas. 

Aquellos a los que les cuesta besar, pero no mantener relaciones sexuales, pueden ser dos tipos de personas: la primera categoría son personas presas del recelo. Estrictas e introvertidas, son personas que tienden a desacreditar a cualquiera que no coincida plenamente con ellos y no tienen problema en desafiar los estándares sociales si no los ven apropiados o convenientes. La segunda categoría es superficial y egocéntrica, con independencia o más bien nulidad emocional y desdeña las señales de afecto, tanto recibidas como dadas. Estas personas, sin embargo, tienen gran conciencia social y, si son machos, tienen instinto de equipo y guerra, por el mero placer del combate; si son hembras, son codiciosas, altamente materialistas, y no tienen problema en manipular a los demás para sus beneficios. En esta segunda categoría, como podéis apreciar, estamos hablando de psicopatía de nuevo.

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Os preguntaréis de donde me saco todo esto. Pues para mí es muy evidente. 

Así como pasó en el post "Sobre la piel blanca", donde dije cosas que creo que todos vemos pero que pocas veces se comentan de manera tan concisa, precisa y resuelta... comento aquí las cosas que se me registran en la mollera y que puedo convertir en texto ágilmente.

1 comentario:

  1. Sería interesante poder observar (y si es posible estudiar) el método de registro que utiliza esa mollera. Para ponderar lo leído anteriormente... 🤔

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Agradecemos su participación, monsieur.