Cuando hablamos de animales, las hembras son esa criatura que necesita atención constante, mientras que el varón es esa criatura que necesita darla.
Un tal Andrew Tate dijo una vez: «la mujer experimenta un placer tan grande cuando la alaban, que es válido compararlo con la infidelidad material de un hombre...», tras una breve pausa, añadió: «quizá sea hasta peor», si mal no recuerdo.
Mucha gente se llevó las manos a la cabeza, pero yo me llevé una al mentón. Si analizamos esta afirmación cautelosamente nos daremos cuenta de que, si bien no es peor, tampoco es incomparable.
Es cierto que ante una infidelidad material tenemos riesgos de salud añadidos, sí, pero es preocupante porque una infidelidad material es vista hoy en día como algo negativo, venga del sexo que venga, y, en cambio, la exposición de la carne en redes sociales está permitido.
Esto viene, como vengo diciendo, de la infantilización de la mujer y de la visión virginal y puritana de ésta. ¿Qué las mujeres buscan el éxito reproductivo tanto como el hombre? Evidente, mas la conducta femenina presenta unas sutiles diferencias. Realizar las equivalencias correctas de las faltas comunes de ambos géneros es importante para dilucidar las problemáticas en las relaciones interpersonales y el estado de la sociedad.
¿Quiénes son esas mujeres que se desnudan ante miles de espectadores y qué buscan realmente?
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Los hombres critican a las mujeres por lo mismo que las mujeres critican a los hombres. Esto es así porque de esa manera tanto un bando como el otro limita, dentro de su grupo y fuera de él, las acciones que nos son ventajosas cuando las ejercemos nosotros y nadie más. Así como el robar, si toda la colonia roba, nos jodemos todos, pero si hacemos una ley y son pocos los que roban, éstos pueden hacerse con un bonus.
Lo mismo sucede con todo lo que tildamos de malo: decimos que esto o aquello es problemático, inmoral, terrible, que debe ser castigado con la horca y, a escondidas, muchos deciden que son los reyes del mundo y que la historia no va con ellos. «No hagas lo que no quieres que te hagan», pero esto es solo una amenaza a la conciencia, en realidad, mientras dicen esto, suelen pensar: «porque me lo harás a mí, y yo soy el único que puede hacerlo», aunque te lo negarán y se lo negarán, porque nadie quiere ser el malo del pueblo, ¡qué carga sobre la espalda!
La mujer obtiene un beneficio superlativo de los hombres que la desean pero que no copulan con ella. Son estos hombres los que ella desprecia, porque no debe tener un hijo con alguien débil, incapaz de fertilizar pero que da todos sus recursos a la primera que pilla; y, sin embargo, los trata bien cuando se baja las bragas para la cámara, les habla bonito e incluso, si es aburrida de cojones, aceptará cenas con múltiples hombres... de esos débiles que desprecia.
Los hombres hacen lo mismo: extraen un gran beneficio de las mujeres que aflojan con algo de dinero [mejor si con nada], que no suponen un compromiso, que están hoy ahí y mañana no y, sin embargo, muchos dicen odiarlas, porque de no odiarlas estarían invirtiendo en una hembra promiscua que no va a dar hijas majas.
Oh, ¡es la lucha de hombres y mujeres por el hijo bien portado!
Las putas y los desesperados son, en definitiva, criaturas con bajo prestigio pero necesitadas. Son como los de la planta de reciclaje, los recolectores de deshechos, etcétera. Invisibles cuando se ha de visualizar un ser digno, pero sumamente útiles.