Sobre la piel blanca

No hay nada más repugnante que un individuo al que se le escapa todo argumento racional a la hora de definir sus gustos. La inmensa cantidad de factores que se aplican y las contradicciones aparentes que yacen en nuestra experiencia sexual no es excusa para dejar de lado la indagación. Uno debe saber siempre qué quiere, por qué lo quiere y si realmente lo quiere o es un vestigio primitivo. Y peor que un vestigio primitivo es un vestigio ambiguo y falible; que se refiere a un asociación evolutiva o culturalmente antigua que es de mínima precisión... errónea y fácilmente eludible mediante mínimos estudios de biología y estética. 

— ¡Es que es esa piel blanca, que me atrae de manera irremediable! 

Pero en esa frase no se evoca una piel blanca, que de por si carece de atractivo. Es un cacho de, digamos, tela viva, más o menos lustrosa. Sucede que luego en la mente surgen imágenes de una juventud hermosa, pero eso es absurdo. Podríamos decirlo de toda característica. Crónicamente, sucede según el hit cultural del momento. «¡Qué bellas cejas gruesas!», imaginaríamos en todo momento una cara proporcional a esas cejas. Por qué de no ser proporcional, ya no serían «bellas cejas gruesas», sino «cejas a depilar». 

He crecido escuchando preferencias irracionales sobre rasgos puntuales, porque se dibuja primero un rasgo y luego los rasgos idóneos alrededor suceden. A mí se me antoja vomitivo, pero habrá quien concuerde con que un globo ocular es excitante por sí solo. Por supuesto que, de poner a dos hombres hermosos, idénticos en todo menos en la paleta de colores, la gente aún tendría algo que decir. 

La pregunta es: ¿de dónde surgen estas diferencias? Y, ¿hasta que punto están justificadas? Hoy hablaremos de los tonos de piel y de la falibilidad de la interpretación subconsciente y consciente. ¿Es cultural, es evolutivo? ¿Es correcto? ¿Es digno? 

  • Cómo se determina lo bello.
  • Preferencias culturales y biológicas. 
  • Ventajas y desventajas de los diferentes tonos de piel. 
  • Colorimetría y cosmética. 

1. De la métrica de lo bello... 

Antes de emitir un juicio hemos de tener en cuenta una métrica. «Lo que sea más bello» jamás puede ser una métrica. Esto es porque «lo que sea más bello», así como «lo que sea más justo», requiere de una determinación previa de métrica. ¿Qué hace a algo «bello»? Se ha discutido mucho. Uno, si es lector mío y sabe lo que se hace, porta siempre su respuesta a buen resguardo. 

Lo bello se forja según: 

  • Lo evolutivo (arraigado): utilidad según las adversidades ambientales (¿sobrevivirá? Cuán óptimo no es tan relevante), utilidad según el sesgo evolutivo propio (¿compartimos genes?) y del prójimo (¿será deseado?), utilidad según la percepción de madurez y de vejez (¿es fértil?). 
Es el gusto del prójimo un elemento tan random como la adversidad ambiental, puesto que un grupo simplemente puede hacer pop una mutación que de lugar a una inclinación x, aunque el motivo de su permanencia puede hipotetizarse, como se irá leyendo. 
  • Lo cultural (modificable): preferencia momentánea (¿es muy codiciado ahora?), influencias de grupo (¿a mis amigos (/sociedad cercana, que hoy en día es el planeta entero) les parece atractivo?... + las asociaciones que se crean por figuras importantes a las que uno se ve expuesto. Por supuesto, en un mundo donde se muestran muchas personas blancas, bellas y loables en televisión, éstas personas recibirán preferencia por asociación positiva.
La cultura trabaja más rápido que la evolución... y permanece en espacio y el tiempo tanto o más que ella, mas siempre trabaja sobre la base de genes. 
  • Lo promedio: se verá más bella a la mujer que cumpla con las características del promedio femenino; y más bello al hombre que cumpla con éstas de igual forma. Ej. si la mujer tiende a tener la nariz más pequeña, independientemente de la cultura, una nariz pequeña se volverá femenina.
Y sí, lo evolutivo y lo cultural se mezclan. Es complicado separarlo porque la cultura viene de la biología y la biología padece un tremendo impacto por parte de la cultura, que es la interacción de múltiples biologías. Créanme, sin embargo, que este recordatorio por el que acabamos de pasar es necesario para comprender bien lo siguiente. 

2. La preferencia casi hegemónica de la piel blanca. 


2.1. El trabajo y el envejecimiento prematuro. 


El Hombre es una consecuencia. Seguramente muchos habéis sido instruidos con la estupidez de que, antaño, la piel blanca era venerada por ser considerada de estatus social. Así como el sobrepeso. Estas majaderías que nos han impartido desde jóvenes nos condicionan para darle una voluntad al hombre que no tiene. ¿Cómo puede ser más bello aquel por parecer que se encierra en palacio siempre? ¿Ha construido el hombre realmente, desde su voluntad, una belleza? ¿Es algo ajeno a la naturaleza? La respuesta es: en lo absoluto. 

El otro día estuve hablando con un amigo. Si bien su tez no es extremadamente pálida pues vive en la costa barcelonesa, jamás lo vi de ese color tan negro. Le tomé la mano y lo atraje a mí: le levanté la manga. ¡Estaba carbonizado!

— Espero que estés usando protector solar. 
— Lo cierto es que no. 
— ¡Vas a acabar mal! 

¿Es la piel morena un problema? No, mientras la poseas de forma natural. Broncearse dos o tres tonos más de la cuenta, es un indicativo de daño celular grave que, a la larga, no hará más que patentar cuán despiadado es Ra. Si el patrón se repite durante mucho tiempo, la piel dejará de tener repuesto y se desencadenará un envejecimiento prematuro. 

Si mi amigo de este siglo ha trabajando de sol a sol este verano y ya augura... ¿qué cabe esperar de los desarrapados trabajadores de la antigüedad que también debían trabajar cuantiosas horas bajo el desalmado astro? 

Comparándolos incluso con un raquítico cuya piel traslúcida dejaría ver hasta los intestinos, saldrían perdiendo. A los 15 parecerían de 35, con arrugas en la frente y los labios cancerosos y agrietados. En lo alto de la corte tendríamos a los de sangre azul, de piel firme. ¿Es el color, su Señoría? ¿O es salud? ¿Se ha hablado de piel blanca cuando queríamos hablar de juventud?

Si hoy en día podemos decir que la piel morena es un rasgo hegemónicamente atractivo o no es complicado. Ya no hay reglas tan marcadas como antaño porque la diversidad de exposición hace que los individuos desarrollen amplios gustos sexuales... 

Pero, repito, no es lo mismo un ligero bronceado, producto del ocio, que una piel abrasada, producto del trabajo forzado. 

La piel morena protege de los rayos del sol; sin embargo, en muchos biomas estos rayos escasean y dan lugar a una preferencia por pieles claras. El motivo es que la melanina bloquea los rayos del sol y limita la síntesis de vitamina D. En aquellos lugares donde hay poco sol, la gente ha de aprovechar hasta el último de los rayos. Sin embargo, otra fuente aún más abundante y efectiva y es el aceite de pescado. Por algo se cría el salmón en Noruega... 

Como veis, Dios para todo tiene solución. 

2.2. En las culturas de piel morena. 


Aunque no sé bien qué preferencias tenían los no europeos antaño, puedo hacerme una idea de que la piel más negra no fue, ni en las culturas de piel morena, la más deseada. Esto, por supuesto, no es una regla absoluta, pero digamos que estoy convencido de que en la mayoría de culturas de semblante oscuro, especialmente la mujer más clara se vio como más atractiva, comparándola con una más morena de salud similar. 

¿Por qué? ¿Por qué entre dos muchachas jóvenes, de mismo puntaje de atractivo objetivo, se preferiría a la menos morena en la amplia mayoría de ocasiones? Casi con toda certeza la solución reside en un subconsciente de intuición poco precisa. 

Resulta que la piel envejecida tiende a opacarse y oscurecerse. Es, entonces, comprensible, que se asocie una piel más clara a una mayor ternura y fertilidad. Sin embargo, esta reacción instintiva solo le sucede a un animal, porque un hombre hecho y derecho no infantilizará el tono de piel: examinará la salud desde múltiples ángulos y determinará el valor biológico de cada macho o hembra sin sesgos ancestrales. 

También es posible que esto impacte menos en culturas negras que en culturas de piel media o blanca, debido a que los retoños son oscuros en las negras y, por lo tanto, al no haber contraste entre el infante y el adulto, no hay manera de infantilizar un tono más claro. 

Por último observaremos que se representa habitualmente, en pinturas, a la hembra como un ser de piel más pálida que el macho. Aquí comprobamos ambos hechos: que la mujer más pálida es más infantil y que ha realizado menos trabajos. 

2.3. Penalizaciones para la piel blanca. 


Pero no todo lo que reside en el subconsciente favorece a la tez blanca y es que hay una diferencia entre el individuo de mejillas sonrosadas y piel luminosa y el pobre diablo de aspecto pálido y demacrado.

Mientras que la piel oscurecida se asociaría inconscientemente con excesiva madurez o deterioro, la piel pálida sería uno de los síntomas habituales de un mal físico. A menudo, cuando enfermamos, nuestra piel pierde color, pierde vida. Por eso, a nivel inconsciente, algunas personas podrían determinar que la piel blanca es enfermiza, aún si el sujeto que la porta goza de buena salud. 

3. Colorimetría y cosmética. 


Este punto puede escapársele a la mayoría cuando dictaminan la belleza entre razas. 

Por supuesto, hay cuestiones universales. Incluso en la raza más velluda, el hombre tiene más vello que la hembra... y aún si esa mujer es velluda para los caucásicos, tendrá los mismos estrógenos en el cuerpo que una hembra de vello imperceptible. Regresaríamos pues al cableado primitivo del cerebro. 

El punto de la colorimetría es también universal debido a los contrastes que se generan en el rostro, producto de los diferentes pigmentos en las diferentes zonas. ¿Qué quiero decir? Que así como unas cejas oscuras, que contrastan con la piel, son sinónimo de jovialidad (pues las cejas se aclaran y escasean con la edad), así unos labios intensos, rojos y oxigenados corresponden a una salud plena. 

Seguramente os habréis topado con un ejemplar de niños blancos y rubios de ojos fulgurosos y labios carmesí. A menudo, los traen angloparlantes a Barcelona. Son como perros angelicales. Tuve una compañera de clase de esa misma peculiaridad: muy hermosa, con una piel blanca que reflejaba la luz así como un espejo, con los ojos oscuros pero desbordantes de destellos, las mejillas siempre coloradas y los labios finos pero rojos como la pasión. 
  • La piel clara permite a las facciones lucir como más intensas: el vello clave (pestañas, cejas; + vello extra si es macho) y el color de las mejillas y de los labios será más fácil de destacar sobre un lienzo de bajo pigmento. 
Esa mujer me llevó a unos profundos estudios sobre la gama de colores presentes en cada individuo. La gente de esa complexión, como dicen algunos pícaros, veraniega (distinguida por un resplandor intrínseco, que nace de dentro) tiende a ser muy bella por la lozanía que desprende. Pero no se sigue de nada divino, sino de los siguientes puntos: 
  • Tez brillante → juventud y salud. 
  • Contraste de facciones → juventud y salud.
Hay muchas pieles claras, pero no todas las pieles claras son tan radiantes como las de la complexión especificada. Son ejemplares magníficos por sus diferencias innatas. Aún si hay pieles, sobre todo en el otro extremo, en las negras, con un glaseado así de pulido, lo cierto es que carecerían entonces de ese contraste de facciones.

¿Es esta una dificultad a la hora de determinar el puntaje objetivo? Por supuesto que no. Esa mujer de la que os he hablado, debería puntuar lo mismo en todos los colores. Sin embargo, para aquel que esté sesgado por el subconsciente, el individuo de mayor contraste parecerá más sano. No vas por ahí pidiéndole analíticas de hierro a la gente, así que el cerebro ha elaborado sus conclusiones a lo largo de los siglos... 

Aún en este punto, las diferentes etnias muestran una gran variedad de pigmentaciones y de distribución de melanina en la piel. Para no darle muchas más vueltas, digamos que la clave para contrarrestar este sesgo está en hacer siempre los labios más oscuros y colorar las mejillas, incluso en pieles muy pigmentadas. 

La paleta natural de un individuo puede ser, por ej. piel blanca, labios y mejillas descoloridas y cejas invisibles. Es más o menos idéntico a un ejemplar indio de piel media, labios morado claro, mejillas jamás encendidas y cejas escasas. En el primer caso aplicaríamos más color en labios y mejillas y tendríamos que resignarnos con las cejas; en el segundo caso, aplicaríamos un terracota en los labios, dulcificaríamos las mejillas y sombrearíamos las cejas. Recordemos que el maquillaje es mejor si natural y científicamente provechoso. 

*

Lo sé, lo sé... traigo approaches que es que nadie más. Quizá en el futuro actualice el post con imágenes, porque seguro que si no habéis tocado estos temas antes, os perdéis un poco con las descripciones. ¡Adéu! 

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