La innombrable causa de los TCAs

La raíz de los TCAs 


Hoy estaba viendo una entrevista a una actriz mexicana, Anahí, donde se sinceraba respecto al acoso escolar, sus TCAs adolescentes y baja autoestima. Comentaba la gran presión para lucir más delgada desde sus tiernos 14, para poder protagonizar una serie de estas. Tuvo, según dice, que restringir su dieta a límites de pesadilla. 

Hace unos meses conocí a un chico (seamos inclusivos) que tuvo esas mismas conductas cuando adolescente. Dijo que su pareja de entonces también hubo pasado por una anorexia, estando al borde de la muerte alguna vez. 

Así como le dije a la cara, dejo escrito: 

— No lo entiendo. 

Y no digo que no entienda lo que ha pasado, porque lo entiendo mejor que ellos... lo que escapa a mi comprensión es que haya gente rondando el mundo imposibilitada para sentarse un momento y decidir a dónde quiere llegara y cómo puede hacerlo. Énfasis en dónde está el QUIERE y dónde está el PUEDE, porque NO son intercambiables. No hay tal cosa como un «puedo llegar ahí y quiero hacerlo así» o, peor, un «quiero llegar ahí y quiero hacerlo así». 

— ¿Y en qué pensabais cuando os matabais de hambre? 

— No lo tengo muy claro por mi parte... sé que ella se sentía gorda incluso en los huesos.

El objetivo de todo ser humano debe ser amplificar sus competencias físicas y mentales al máximo. Uno de los dos sectores como poco. Esto, desde luego, no se consigue muriendo de hambre, sino seleccionando alimentos de buena calidad, densos y ejercitándose a diario. ¿Alguien ha visto jamás un buen cuerpo huesudo? Mira: solo una mujer puede librarse, porque la mujer puede ser cualquier cosa. Aún con eso, algunos apreciamos más la potencia y la actitud.

Lo primero en cuanto se observa una conducta debe ser analizar a dónde te lleva esa conducta y entonces sabremos su motivo real → definición de la personalidad y del móvil.

Dado que el sujeto alega querer aumentar su atractivo, pero muriéndose de hambre esto no tiene sentido, hemos de desechar esa teoría. Por mucho que el paciente este convencido de que sabe por qué lo hace, por algo es paciente: porque es defectuoso. El verdadero objetivo en este caso es la autolesión. 

Parecería que la autolesión es un daño colateral, pero es lo perseguido, porque es lo que se vuelve efectivo. Se odian... creen que son horribles (lo son, mas sobre todo por dentro) y que no merecen vivir. Selección natural si fallecen. Una persona con TCA de infraconsumo busca, por encima de lo demás, acabar con su vida, aunque lo niegue. Se ha rendido. 

Las circunstancias de su personalidad son: 
  • Ansiedad → no atajan problemas, solo se estresan. Libera una bárbara cantidad de cortisol al mínimo estímulo, lo que produce hipersensibilidad emocional (especialmente en lo social, la parte más incontrolable de la vida de un individuo) y conductas autodestructivas. 
  • Desorientación/delirio → una incapacidad a nivel hardware para atender a la realidad de los problemas en sus múltiples dimensiones. De ahí que confundan la «autodestrucción del organismo» con «búsqueda de perfección». 
  • Irresponsabilidad y victimización → son gente que no puede cuidar de sí misma. No saben hacerse cargo de sus propias vidas y le echarán la culpa a un supuesto entorno desfavorable del que solo ellos son victimas eternas. No tienen orgullo para arrostrar adversidades. 
  • Bajo CI → no, no hay nadie inteligente con  TCAs. Una persona inteligente es astuta y sabe a dónde QUIERE llegar y CÓMO hacerlo; o, como mínimo, conoce las CONSECUENCIAS de sus acciones presentes.
  • Burda pereza → capaces de matarse de hambre (inacción) con tal de no salir a correr (acción).
Propensos al socialismo, el tabaco, el veganismo, la cerveza y el feminismo. 

Gente límite, caballeros. Os recomiendo encarecidamente fortalecer vuestra impermeabilidad ante las idas de olla si queréis darle la mano a alguno de los miembros del club. Quien se hace eso a sí mismo sin darse argumentos racionales, no puede vincularse de forma real con los demás. 

Cada vez que veo un caso de anorexia veo a un niño pataleando y no a un adulto. Consideremos que la mayoría de personas que sufren un TCA de infraconsumo (anorexia/bulimia) o que sufren exageradamente por su imagen son jóvenes con el cerebro poco desarrollado. Esto no es un insulto: es una realidad. Con todo, lanzo un aviso: si se hicieron eso ayer, tienen una cicatriz a punto de estallar, palpitante, en el alma. Ojo avizor. 

Yo sé lo que es no estar conforme con tu cuerpo, pero uno demuestra su amor propio cuando se toma de la mano y se lleva al supermercado a comprar brócoli... no cuando vomita oreos por cuarta vez en el día. Penoso. Una persona que se sabe amar, sabrá amar.

Espero que nadie se ofenda con esta entrada, sino que acepten sus discapacidades. Solo así podrán ver un rayo de luz al final del túnel, ni que sea. 

Papel paterno y prevención

Un niño no es sin educadores. Las discapacidades mentales son hereditarias y eso vuelve a confirmar por octava vez lo que digo de que no pueden hacerse cargo ni de si mismos ni de los demás. Resulta que un padre que no sabe cuidar a los demás ha tenido un niño que no sabe cuidar a los demás. No es lo mismo no saber que no querer: el buen arquero puede ser bueno y malo, el inútil solo patina. 

A lo largo de mi carrera me han llegado toneladas de relatos de loquitas cuyo punto de convergencia es que las madres estaban piradas. A menudo ha aparecido la figura de la madre como un ser débil, histérico y acomplejado desde los annales

— ¿Y qué os daban a comer? 
— Cuando niñas, cualquier cosa. «Los niños no engordan», PERO «si engordan hay que ponerles un corsé bien apretado, tanto que odiarán el bocado».

Los padres encajan en uno de estos tres perfiles:
  • La familia vegetal → padres que ni pinchan ni cortan en la educación dietética de sus hijos. Les dejan comer lo que sea: ni les advierten, ni los regañan, ni los ridiculizan. Es como si no supiesen distinguir lo sano de lo insano (no saben). El niño se odiará cuando vea las repercusiones fuera de su burbuja. 
  • La familia histérica → ignoran la dieta de sus hijos hasta que el niño se pone gordo, que es cuando se ocupan de compararlos y humillarlos. El niño monta en cólera con la familia y consigo mismo. Siente que no está seguro en ningún sitio y que jamás será aceptado.
  • La familia de gordos → conjunto de cebollas. Los padres están jodidamente gordos y atiborran a su hijo desde temprana edad para que siga sus pasos. Puede que incluso celebren su gordura como algo natural del linaje. 
El problema común en estas tres familias es la falta de cuidado por la salud de su hijo desde el minuto cero. Los niños son criaturas irracionales, movidas por instintos básicos y primitivos. Uno debe cuidar su dieta, como cuida la de su gato: vigilando de no darles más premios de la cuenta. Es más, recomiendo que si eres padre no le des a probar ningún tipo de comida chatarra a tu hijo (restauración fast-food, golosinas, chocolate...). 

Muchos padres se pierden por la sonrisa ingenua de los niños al comerse un donut. Lo ven adorable, así como vemos a un perro roer furiosa y alegremente sus chuches. Flaco favor es para una criatura que se mueve principalmente por los excesos calóricos y las macros que tiene una comida. Hasta que el niño no puede discernir entre lo que DEBE hacer y lo que QUIERE hacer, el niño no debería exponerse. Qué castigo infernal aquellos padres que por ver una sonrisilla viciosa de placer en las caras de sus niños (¡incluso diminutos bebés!), los condenan a un listón más alto de intensidad para la saciedad. 

Mantener al niño sano le dará más oportunidades de percibir una adaptación satisfactoria (tener amistades y amores que lo educarán para su adultez en el trato con el prójimo) y le evitará el dolor de cabeza que es pasar del sobrepeso a la normalidad. Fácilmente eludible usando un mínimo de ceño. 

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