- Propósito último del sexo.
- El macho y la hembra, la acción y las condiciones.
El propósito último
El propósito último del sexo… ¿cuál
podría ser? Desde luego que ni es el sexo en sí ni es la unión espiritual de
los implicados, como algunos hippies insisten
en hacernos creer.
El propósito último, el premio gordo,
es la cría. Por supuesto el sexo nos une con la comunidad, estrecha lazos,
mueve la economía, etcétera… pero la razón por la que ha de ser tan placentero
es porque obedece a uno de los pilares de la naturaleza viviente; bueno, ¡uno
de los pilares! Es aquel que ha hecho posible la vida animal y vegetal sobre la
Tierra. Una vez el Ser se reproduce, no puede sino reproducirse, puesto que, de
lo contrario, no estaríamos teniendo esta conversación.
El dormir y el comer son usualmente
prioridades por encima del sexo. Algunas personas, de no estar locamente
enamoradas en el momento de ser cuestionadas, incluso admitirán preferir una
siesta o una buena comida al ejercicio cardiovascular que supone el ñiqui
ñiqui. Esto es porque las condiciones óptimas nos llevan al éxito reproductivo.
Salud y recursos nos garantizarán la crianza prospera. Más bien, nos han garantizado.
Queramos o no, los sistemas de recompensa están orientados a
cumplir unos objetivos universales. Lo
que como ser consciente hagas está «condicionado» pero no «limitado a»… por ej.
El sexo se percibe como placentero, sin embargo, quizá emplees anticonceptivos.
Este condicionamiento primario de las estructuras mentales es fundamental para comprender las tendencias sexuales de la población. Seamos claros: las mujeres ven con muy malos ojos — incluso con desesperada confusión — a los hombres que disfrutan de la acción directa mientras ellas mismas consumen ingentes cantidades de fantasías que, eventual y gráficamente llevan a la misma acción directa. Las mujeres critican las escenas de violación que ellas mismas consumen de buen grado. ¿Por qué existe esta absurda disputa que todos sencillamente damos por sentado?
La acción y las condiciones.
A. Planteamiento.
Esta entrada viene de un vídeo con
el que me topé hace poco donde entrevistaban a múltiples mujeres por la calle.
Las preguntas eran:
·
¿Has tenido alguna pareja abusiva? La mayoría de mujeres contestaron que sí.
·
¿Por qué seguiste en la relación aun siendo consciente
del abuso? La mayoría contestaron que «confiaban en que
hablando se pudiesen cambiar algunas cosas».
·
¿Crees que si no hubiese sido un escenario abusivo, tú lo
hubieses disfrutado igual? Una parte contestó que lo
hubiesen disfrutado más, porque el detrimento emocional era severo; otra parte
contestó que no, porque probablemente esas parejas abusivas solo podían ofrecer
el thrill.
·
¿Por qué si tanto
despreciáis los abusos, sois las primeras en llenar los cines cuando el romance
es especialmente abusivo? Ninguna supo dar un motivo.
Algunas dijeron: «ahí me has pillado».
Estos vídeos generalmente no ofrecen una conclusión final. Se queda en el aire, como si solo sirviese para corroborar el llano: «las mujeres están locas y les gustan los altibajos, el rollo mental…», sin ver el fundamento detrás de esa conducta, no se desarrolla nada en lo absoluto.
B. La búsqueda de control para el éxito reproductivo.
Los seres humanos son mamíferos y
presentan tres fases etapas en la reproducción:
Fase 1. [El acuerdo] Preliminares
→ Condiciones, planteamiento, posicionamiento, establecimiento de valor y
dinámica de poder, garantías…
Fase 2. [Fecundación] Sexo en
sí → Punto de no retorno (primitivamente). La hembra asume el riesgo del trato.
Fase 3. [Crianza] → La
hembra asume la crianza con las ayudas socioeconómicas esperadas.
El premio gordo son los hijos,
aunque no se suela percibir como tal. Toda la burocracia del cotejo gira
entorno a que la hembra entienda que «vale la pena» asumir esa gestación y esa crianza.
El macho, por su lado, no sabrá si esas crías salen adelante sin la
tranquilidad de que la hembra dispone de los recursos necesarios para dicha
crianza.
El poder de la hembra en la
modernidad es cada vez mayor, puesto que la fecundación no supone garantía para
el macho de que sus crías serán gestadas y, por lo tanto, de que sus genes
pasarán a la siguiente generación. La mujer hoy tiene un control total y sin
precedentes respecto a qué genes replica y cuáles no. Lástima que sean mujeres
y sean un poco lelas. A nivel inconsciente, la mujer no comprende la
privilegiada posición en que está gracias a la gaya ciencia. Debido a eso,
muchas mujeres tienden a situaciones eróticas donde la mujer primitivamente tendría más control
[reitero, hoy en día tiene total control en todas].
En la naturaleza,
quien abandona las crías antes gana, puesto que tiene libertad para
continuar procreando mientras esas crías se desarrollan y maduran para tener
más de sí. .En hembras humanas, la vulnerabilidad e inversión son muy grandes
durante la gestación y no pueden permitirse ni dejar de lado el producto de su
esfuerzo. Esto las lleva a no asumir escasas garantías.
No obstante, no solo hay un
camino al éxito reproductivo y las estrategias varían de persona a persona
y de momento a momento. Lo que podría parecer una contradicción, resulta ser,
visto de cerca, una prolongación de la afirmación original.
Tiene más sentido que las mujeres
prefieran psicópatas o narcisistas, indiferentes a sus sentimientos de mujer
(este NO suele ser el caso de las novelas románticas con personajes abusivos,
pero eso lo abarco en el siguiente punto), a que los hombres busquen mujeres
frías. ¿Por qué? Las mujeres frías no aparentan ser buenas madres y pueden
lucir astutas e ingratas; los hombres fríos no aparentan ser tampoco buenos
padres, pero eso no es tan importante para muchas hembras: al final del día, un
hombre que abandona a su hijo supone un hijo que hará lo mismo y, seguramente,
a nivel reproductivo, tenga mucho más éxito, al invertir menos en más mujeres.
Todas las estrategias en las que puedas pensar tienen pros y contras y ninguna está exenta de penalizaciones y recompensas… por eso, una conducta difícilmente es irracional. Siempre dependerá de la métrica, pero si la métrica es éxito reproductivo, habremos de mirar con estadísticas y en base a una infinidad de factores circundantes. Lo importante es abandonar la confusión respecto a los móviles aparentemente incongruentes o masoquistas de la hembra.
El abuso en la novela romántica.
A los días de ver ese vídeo, comencé
una tonta telenovela coreana. El plot
era el típico: mujer mediocre pero de fuertes convicciones enamora a dos
hombres, uno caballeroso y otro arrogante, y éstos luchan por su amor.
Al principio, el hombre arrogante la
trata terriblemente mal, pero viendo su fortaleza cae por ella. Sin saber cómo
gestionar los impulsos que la muchacha le genera, la toma por el cuello de la
camisa e intenta forzarla a un beso. Ella, entre lágrimas, le ruega que pare.
Él la toma con aún más fuerza pero finalmente se detiene y, afligido por el
rechazo, marcha. Durante toda la escena experimenté un gran placer. Muchas
mujeres hubieran estado de acuerdo conmigo en que había sido una escena
sexualmente intensa, culminando en el momento que el hombre muestra una
profunda tristeza. Ahora alguien podría señalar que lo que hemos presenciado es
un abuso en toda regla.
Un abuso en principio supondría la
rebaja de la condición humana de la víctima, ¿cierto? En este caso, sin
embargo, es todo lo contrario.
La diferencia entre la horripilante
(pov. femenino) escena de abuso del
porno convencional y una escena de abuso en una novela romántica es el valor de
la mujer y las garantías que ella percibe. En
el porno, se nos escapa la razón argumental de ese acto. Desconocemos la
perspectiva del hombre respecto a esa mujer. Solo sabemos que el sexo equivale
a hijos, pero ni idea de cómo serán criados. En la novela, tenemos detalladas las condiciones del apareamiento.
En ambos casos el hombre parece
dominar, pero en solo uno de ellos conocemos el poder y control que ejerce cada
una de las partes.
En esta novela que menciono, estos
dos hombres sumamente deseados se pelean por la misma mujer y tratan de
cortejarla, mientras ella se mantiene expectante y reservada. El valor que ella
tiene es muy alto y su control es proporcional. El hombre en este caso no
quiere únicamente aprovecharse de su condición de mujer, pese a que la ve como
cosa tan preciada, que no puede resistir el deseo de poseerla. Su anhelo gana a
la razón y trata de besarla en contra de su voluntad porque le es irresistible;
al ver su rechazo, se aparta, dolido, porque quiere hacerla feliz.
La mujer tiene todo el control sobre
este hombre e incluso, una vez es su novia, es ella quien establece la
dominancia siendo infiel. Él, sometido al valor de esta hembra, la perdona e
incluso se disculpa. Esto es abuso emocional grave. Y a las mujeres les
encanta.
Huelga decir que no recomiendo el
consumo ni de novelas románticas ni de pornografía directa. El romance es tan
pornográfico como lo más gráfico y genera asociaciones igual de dañinas.
Por supuesto, muchas mujeres
consumen pornografía que excluye las condiciones. Al final, todos somos humanos
y el sexo es sexo. Una primera fase que le confiera a la mujer todo el control,
empero, tendrá un appeal superior.
Amor, atracción y sexo… todos los caminos llevan a la reproducción, así que,
con más o menos pasos, con más o menos rodeos, emociones, adivinanzas e
incertidumbre… hombres y mujeres persiguen el mismo propósito: éxito
reproductivo en abundancia. ¡Qué guarrada!
¡Nos vemos en la próxima!
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