Esta versión ha sido escrita con total indiferencia en faz. ¡La misma con la que espero estar reposando!
¿Por qué? ¿Qué por qué? Mis allegados conocen el discurso. Mi trabajo literario es una respuesta clara que no muchos se molestan en leer y tomar en serio. Dicen que o no es claro, o que no lo hago lo suficientemente claro. Quien sabe si será mi querido lector capaz hoy de captar la magnitud de mis palabras, el peso de mi pena.
Quise paz. La obtendría por las buenas o por las malas. Sin esas connotaciones. Esto es El Bien y es El Mal a iguales partes: ninguna. Pido disculpas y digo «¡de nada!», a quienes les perjudique y a quienes les beneficie, respectivamente, esta decisión egoísta. ¡Egoísta! Ni dándome muerte eludo a Dios. Todo ha esto sido... un malvado, macabro plan... sin esas connotaciones. Resoplo.
Ojalá, ojalá y ojalá, pero no llego a nada. Inconformismo y rebeldía. Los motivos... la razón... el destino... el vil contraste del que no me zafo. Permítanme zafarme... me martiriza. Quiero escapar... ¡permítanmelo! Tanto lo pido y no se me permite esa suerte. ¡Cuán concéntrico!
Que no te engañen los burgueses:
el suicidio es siempre UNA solución.
¡En su centro...! ¡Inexorablemente...! ¡Dios! Y cuán perogrullesco, ¿eh?
Mi comportamiento obsesivo y controlador, la lectura para alcanzar a Dios con la daga envenenada, mi indignación ante la negación de la Masa por ser mi aliada. Ira sobre los frustrados, ida sobre los favorecidos... como si fueran contrarios. Ira sobre cada voluntad. Mi índice señala la puerta y la puerta señala el infierno... de vuelta.
Estos estudios han sido una búsqueda para la justificación de mi muerte, pareciera. Empujaría, empuje, ¿empujo?, mi cuerpo marchito al precipicio. Oh, el Negro Poeta al fin en su melaza [risa fúnebre].
Los sucesos al fin cesarán (para mí). La infinidad que repaso en cada objeto (miro dentro, miro dentro…). Hay infinidad en todo lo concreto y en todo lo abstracto. Lo absoluto es que sea infinito. Nada se crea ni se destruye. Todo permanece como Dios lo trajo al mundo: estable. Y cuando no es así, la aberración perece. En ese sentido yo podría ser la aberración.
¿Por qué me obsesiona el control? Bueno, primero… me obsesiona todavía más que no le obsesione al resto. No comprendo como pueden vivir. Solía hacerme gracia de muy joven al girar la cabeza y contemplar al ganado mugir, corretear, parlotear… era un niño con un humor vivo y no podía evitar carcajear ante la escena. Una palabra venía a mi mente:
— Autómatas — seguido de… — ¡Viven sin que yo sepa nada de ellos! ¡Esas cabecitas suyas piensan por si solas! ¡Tienen una cama a la que volver y una comida preferida! ¡Tienen sus amigos y sus amantes! ¡Todo esto fuera de mi jurisdicción!
¿Cómo era posible? Era absurdo. Entonces, a cada evento absurdo le correspondía la siguiente palabra entre risas, risas al borde de un feliz llanto:
— ¡Probabilidades! — y seguía… — De todo lo que pudo acontecer, ¡ese fue el resultado! Dios, ¿cuáles eran las probabilidades?
Recuerdo una reflexión parecida de niño. Hace poco le leí a alguien que era muy común, de hecho, parecía formar parte de un proceso natural.
ResponderEliminarLo remitía al anhelo de eternidad que subyacente.
Más o menos...
Será el proceso natural en la minoría...
Eliminar"¿Por qué me obsesiona el control? Bueno, primero… me obsesiona todavía más que no le obsesione al resto".
ResponderEliminarLa necesidad de seguridad es universal. El Sistema de turno explota esa necesidad desde siempre. Ocurre que el resto está vencido por una contradicción estructural: el Sistema sujeta, engaña u oprime y al mismo tiempo aparece como la solución.
El Sistema y la Madre de la que proviene.
EliminarDesde luego que la necesidad de seguridad es universal, pero el control de todos los factores y el deseo de zafarse del «genio maligno» para asentar la veraz individualidad no es algo común en el gentío. El individualismo de hoy en día se muestra como una suerte de reafirmación estándar del «ego condicionado» y no como la lucha contra la influencia del «genio» sobre la voluntad. El Sistema es capaz de explotar esa fulera necesidad de control puesto que es un engaño. Quien busca control de verdad no puede ser eternamente condicionado, ¡se sublevó contra Dios! Y solo le queda arder en la soledad del infierno.